sábado, 23 de julio de 2011

Episodio 43: Música e ideología.



«Es ese país tropical el que le dio vida, 
es ese país tropical el que la terminó...»

El  Ensayista


Existe el recuerdo de grandes artistas que, pese a la grandeza de su tiempo, el legado queda en el más profundo de los olvidos. Desde luego Wilson Simonal (Río de Janeiro, 1938 -2000)
 es un claro ejemplo de esto. Recordado como “El rey del swing”Rei do Suingue»), el carioca fue una de las voces de Brasil en las décadas de los sesenta y principios de los setenta.
 
El registro musical de Simonal, nos da a comprender su grandeza dentro del escenario. Su desplante escénico es una de las grandes características de este cantautor que mediante su carisma, su intención por lo no-serio, los eternos “alegría, alegría” y esa risa espontánea al comenzar cada canción; espíritu brasileño en plenitud. Esa simpleza singulariza a uno que pudo llevar todo el ritmo popular hacia los anfiteatros, acompañado de precisos arreglos musicales de orquesta, reflejo de la música de esos tiempos. Durante sus presentaciones era capaz de hacer que hasta el más parco entre el público se levantara de su asiento. Simonal barría con todo lo que encontraba a su paso.

L
a carrera de Wilson Simonal iba en ascenso, en la década de los sesenta su voz pasó a engrosar de forma súbita la lista de los grandes músicos brasileños, popularidad aparejada a la de grandes como el mejor de los Roberto Carlos. Esto, llevó a que su interpretación de “País Tropical” original de Jorge Ben, sea una de las mejores de las que se tenga registro hasta nuestros días. Tanto fue su éxito, que llevó a Simonal a países como Francia e Italia, en este último la composición de Ben fue traducida al italiano, lo cual explica la grandeza conseguida. Sin dudas es ese país tropical, el que Simonal con orgullo mostraba para el mundo entero.

Sin embargo:
«Creyéndose estafado por su contador le pidió a dos amigos suyos del ejército que lo obligaran a confesar que él había robado el dinero. Estos torturaron al contador que acabó confesando pero al ser liberado los acusó por las torturas» 
Tras esto y sin ser acusado formalmente ante la justicia, el mundo artístico brasileño en su conjunto le cerró las puertas. La carrera de Simonal había llegado a un temprano fin.


Ideología y música mezcladas en una misma fuente, aquella que no sabe de presunciones de inocencia ni de juicios previos, pero sí de olvidos. Así es como la ideología es la causante que se pueda perder la racionalidad del individuo, aquella que la perdió con Simonal. Pese a su recuerdo, los periodistas de música popular no se detienen en señalar la imagen de Simonal, al no colocarlo dentro de las grandes voces referentes, al lado de Caetano Veloso o Gilberto Gil.

En las década de los ochenta y noventa, Simonal en sus escasas apariciones televisivas, se encargaba de aclarar el daño que le habían provocado las acusaciones públicas, ya no tenía miedo de apuntar con el dedo a los que él consideraba responsables de todo el menoscabo sufrido. Atrás quedaron sus sonrisas eternas, su “alegría, alegría” ya nada más era parte de un pasado glorioso. A comienzos del nuevo milenio, el rey del swing, no pudo con dos décadas de alcoholismo y depresión. Se le veía borracho cantando en las costas de Río de Janeiro. Una cirrosis acabó con su vida.

«Simonal - Ninguém sabe o duro que dei» (2009). Es un documental que analiza la vida y obra de Wilson Simonal. A través del testimonio de familiares y cercanos, no entregan una fuente para estar a su favor y desmentir a los incrédulos de su época. Sin embargo, sirve como punto válido para cuestionarse la omisión a su juicio previo y moral.

Su historia da cuenta de como la política y las ideologías pueden acabar con todos si se lo propone. Tras su fallecimiento, se efectúo un
juicio simbólico, en el cual no se demuestra una conexión a Simonal con ninguno de los delitos de los cuales fue acusado(…)