tag:blogger.com,1999:blog-61202036376999854482024-03-13T19:01:59.317-03:00«Ensayos Erráticos»Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.comBlogger50125tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-36834583827246414212012-12-29T00:00:00.000-03:002013-02-23T20:32:25.722-03:00Episodio 50: Leer<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbhX6VZ59ZAd7ab9dEIoMQs7ydLKbiQtErZm0gLbkfFlQn9KMsIx0mqJjiFJFil_iELI2lDMNvr-6en-xFRYrEiSOtokoEY7oBlcmmZORTPdXNGHL1ebrOE03qaz8znQlUw-7tW8tkPJ0/s1600/2013-01-01+20.59.04.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="233" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbhX6VZ59ZAd7ab9dEIoMQs7ydLKbiQtErZm0gLbkfFlQn9KMsIx0mqJjiFJFil_iELI2lDMNvr-6en-xFRYrEiSOtokoEY7oBlcmmZORTPdXNGHL1ebrOE03qaz8znQlUw-7tW8tkPJ0/s320/2013-01-01+20.59.04.jpg" width="320" /></a><span style="font-family: Arial;">Pensando en el año que recién nos deja, concluí que la
cantidad de libros leídos durante éste fue superior a la cantidad de películas
que, dedicado, comencé a ver en el cine. Descontando aquellas que vi, de
forma incidental. Cuando tan sólo, por inercia o el azar, llegué al encuentro de
unos cuantos trozos de filmes que nunca averigüé cuáles eran los nombres que
llevaban por título. No sé si es un tema de edad o sólo costumbre, pero los
libros, en general, me parecen espléndidos y necesarios. La mayoría de los que tengo pendientes hablan de cosas
cotidianas, y una que otra novela. En pocos
rincones tengo libros que sean de una complejidad angulosa. Esos últimos,
como decía el profesor <b>Montecinos</b>, eran aquellos que <i>te secaban las retinas</i>, como lo que ocurría al Quijote al leer
innumerables novelas de caballería. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;">Hace un par de días, pocos antes de finalizar el año, me dio
el impulso instintivo de querer visitar nuevamente algunas librerías. Quería un
libro en particular, «<i>Algunos adioses</i>»
de <b>Pancho Mouat</b>. Un ejemplar que atrae mi atención, una cuenta pendiente. Primero
por la forma de escribir que tiene, tan fresco, ágil, sincero y elocuente. Muchas veces
veo en Mouat una inconsciente intención de plasmar en todos sus libros y
columnas, ese afán de querer contemplar, vivir el momento y, más aún,
disfrutarlo sin peros. Sin embargo, ya en la librería, al llegar a su encuentro
aparece otro del mismo autor, «<i>Calendario
2008-2011</i>»; comencé a hojearlo y, sin dudas, se apoderó de mi curiosidad. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;">Días después, decidí que me hiciera compañía en un viaje por
la Ruta 68, camino a Santiago. Calendario era el compañero perfecto en la
travesía. La forma en que va relatando cada mes desde los años </span><st1:metricconverter productid="2008 a" style="font-family: Arial;" w:st="on">2008 a</st1:metricconverter><span style="font-family: Arial;"> 2011, es magnífica en
su sencillez. Entre tanta estridencia literaria, Mouat tiene el reparo de
referirse al detalle tanto de sus autores favoritos, como de aquél amigo entrañable
suyo que ya no está. Puede escribir con el mismo celo sobre una pareja de
ancianos que, con un hábito marcial, van a almorzar cada semana al restorán San Marco, en Viña
del Mar. El mismo ojo posee, a su vez, al referirse a su pequeña amiga
villalemanina, que gusta de la literatura a sus cortos catorce años; de su
señora Marisol, así como de su hija Antonia. Mouat pasa por el detalle todo lo que
observa, lo contempla y lo hace suyo. Todo lo anterior bajo el tamiz de la sensatez.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;">Mientras leía, me detuve en revisar el reverso del ejemplar, una cita del propio Mouat, quien opina sobre lo que es, para él,
la magia de la literatura «<i>que nos
arranca de la realidad conocida (aquello que dice que todos nos vamos a morir)
para sumergirnos en otra realidad, alternativa, una forma muy interesante de la
utopía, como dice Vila-Matas, donde incluso cabría preguntarse si puede la
muerte ser definitiva allí donde habita la palabra</i>». </span><span style="font-family: Arial;">Intento con mis propias palabras conservar el mismo significado de lo anterior. Leer es dejar de ser víctima o victimario, culpable o inocente. Es el botón de pausa a la rutina o un contrasentido a esta vida que nos han
querido plantear. Aquella en que el proceso productivo es ley y moneda
corriente en todos los ámbitos del ser humano. Leer podría darte todo lo
anterior, teniendo al tiempo como nuestro único verdugo</span><span style="font-family: Arial;">. </span></div>
Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-54559117119533682252012-12-01T17:50:00.000-03:002012-12-01T20:22:39.664-03:00Episodio 49: Las respuestas del mudo<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDrHyrpV53IbmxV1SoG1r_P-egnXOStK25fEyAO9ab2BQKWNe70tAzsxWA_m3Omx2mii2lCO5JLZjdGuHGHxYeQqvx4VjdvLWK8GZNI1xmBxfz2Zzr-DRKziPK8GRHRBe4_IHJyxeIHvo/s1600/2012-12-01+16.41.04.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDrHyrpV53IbmxV1SoG1r_P-egnXOStK25fEyAO9ab2BQKWNe70tAzsxWA_m3Omx2mii2lCO5JLZjdGuHGHxYeQqvx4VjdvLWK8GZNI1xmBxfz2Zzr-DRKziPK8GRHRBe4_IHJyxeIHvo/s320/2012-12-01+16.41.04.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial; font-size: 15px;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial; font-size: 15px;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;"><b>«</b></span><span style="font-family: Arial;"><i>No me considero marginal si entendemos por ello al escritor huraño, que vive escondido, que se desentiende de su obra, que jamás concede entrevistas o participa en reuniones literarias(...)</i></span><span style="font-family: Arial;"><b>»</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial;"><b>Julio Ramón Ribeyro</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;">Las respuestas del mudo lleva por título una selección de
entrevistas efectuadas al escritor peruano <b>Julio Ramón Ribeyro</b>. Desde un comienzo, se ve a un Ribeyro reticente ante la afirmación más brillante, demostrando poca pretensión en sus respuestas. Para él, el tener que dar
entrevistas, era sólo la responsabilidad que le corresponde al escritor. En primer
lugar, por respeto a su casa editorial; en segundo lugar, por respeto a su público. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;">Mudo fue el adjetivo utilizado por <b>Jorge Coaguila</b>, encargado
de esta prudente selección. El entrevistado nos muestra su visión
de la vida en una breve síntesis. Ribeyro no pretende salirse del
margen, es más, él afirma que intenta dar respuestas preconcebidas, que luego intercala para no resultar monótono. Sin embargo,
al leerlas todas ellas, nos encontramos con un Ribeyro intranquilo y pensante, que
nos da cuenta de lo opuesto. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;">Preguntas <i>tipo</i> de sus entrevistadores, tales como, cuándo se dio cuenta
de ser escritor, cuándo fue su primera obra, por qué eligió la novela, por qué su
repudio al verso y su amor a la prosa. En aquellas preguntas se vislumbra a un
Ribeyro cauteloso, dando a entender que aquella respuesta la tenía
macerada y pensada detenidamente desde hace un buen tiempo. El eventual <i>mudo</i>, reticente a la publicidad, no se va a los
extremos de caer en lo ermitaño de muchos autores. El peruano responde, y más
que una respuesta concreta sobre sus obras, también aporta asuntos no
requeridos. En esta entrega, se refiere a la sociedad de aquella época,
así como sus concepciones sobre la historia. Para él, la historia es un proceso cíclico: «Tengo una concepción circular de la historia, de que
los hechos que tanto nos impresionan y nos comprometen ahora, son hechos que ya
han ocurrido años antes con otros nombres, con otros objetivos, pero que en el
fondo son la misma cosa(…)». <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Sin mezquindades, Ribeyro confiesa, entre otras cosas, su tedio al estilo narrativo de Unamuno, su vida en París y el consiguiente abandono de su natal Lima. Al referirse a sus libros publicados, hace referencia, entre los distintos entrevistadores, del por qué su acotado historial de obras. El por qué ha abandonado obras comenzadas, pasando por trivialidades sobre, cuál es su hora del día favorita para escribir. El mudo, da a conocer su visión de la vida, sin siquiera sospecharlo.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial;">Lo que al comienzo resulta la impresión de un
hombre parco, se convierte con el paso de las hojas, en un hombre desasosegado
de sí. Así, Ribeyro nos entrega algo más que una sencilla entrevista,
sino una con cierto grado de humanidad. Esa maravillosa sensatez hace
que el creador de sus renombradas “Prosas Apátridas” deje una huella indeleble en la
literatura latinoamericana. </span><span style="font-family: Arial;">Como le place a él dar una buena respuesta, al
entrevistador le place formular una buena pregunta, cuestión que no es moneda
de cambio en el periodismo actual, tan entregado a la inmediatez.
Lo anterior es fiel testimonio de aquello.</span></div>
Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-9682714791794997262012-11-25T17:09:00.003-03:002012-11-25T17:09:29.091-03:00Episodio 48: Un abrazo en palabras<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial;"><br /><br /><span style="font-size: large;"><b>«</b></span></span><span style="font-size: large;"><span style="background-color: white; font-family: Arial;">La
felicidad está al alcance de todos, al mirarnos hacia nuestro interior, al
estar conectados con nuestro ser. Todo fluye siempre en el presente, está
siempre en nosotros mismos y nunca en cosas ajenas a nosotros. El ser humano es
responsable de sus propios actos. El tiempo es una utopía</span><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial;"><b>»</b></span></span><span style="background: white; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 11.0pt; mso-bidi-font-style: italic;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span style="background: white; color: #333333; font-family: Arial; font-size: 11.0pt;"> <o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-color: white; font-family: Arial; font-size: 11pt;"><b><br /></b></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-color: white; font-family: Arial;"><b><span style="font-size: large;">Don Hernán Moscoso, “El Guardia Feliz”. </span></b></span><span style="background-color: white; font-family: Arial;"><br /><br /><br /><span style="font-size: 11pt;"><i>Para don Hernán y su familia mis oraciones y aliento</i>.</span></span></div>
Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-10941593306635607852012-06-09T23:02:00.000-04:002012-11-25T17:19:01.224-03:00Episodio 47: El Guardia Feliz<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">«Cuando deseamos
aquello que disminuye si se le comparte con otros, entonces la envidia atiza en
el corazón de fuego de la melancolía; mientras que si nuestro anhelo se cifra
en el amor de la esfera suprema, no sentiremos ansiedad alguna en el corazón,
porque mientras mayor es ahí el número de los que consideran cualquier bien
como nuestro, es mayor el gozo que cada uno tiene de ese bien, y también se
gana en caridad (…)»<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Dante Alighieri – La
Divina Comedia<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 27.0pt;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 27.0pt;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 27.0pt;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Son pasadas las ocho de la mañana de un miércoles otoñal
mirando de reojo a un polar invierno, ahí aparece don Hernán Moscoso, guardia encargado de la seguridad de un recinto médico. De corte de
cabello estilo Elvis Presley, patillas curtidas, cortaviento color negro que le
hacen juego a sus guantes de cuero del mismo tono, en la izquierda de su pecho
su credencial que señala su puesto de trabajo. La jornada laboral de don Hernán comienza a las
ocho de la mañana concluyendo a las seis de la tarde. Ahí permanece, el Guardia, conocido
por los que transitan en esa cuadra como: El Guardia Feliz. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Bien puesto tiene el adjetivo “feliz”, porque don Hernán no
sigue el perfil del guardia común; ese templado, parco, serio y cara de pocos
amigos. Menos es de aquellos que están pendientes de su walkie talkie viendo qué
es lo que sucede en el sector que deben resguardar con recelo. Don Hernán permanece parado en la entrada del lugar con una sonrisa permanente. Cada
persona que lo queda mirando se hace merecedora de su saludo afectuoso, algún
comentario sobre el clima, o alguna mención positiva sobre el día en
particular: “Ya es lunes, va quedando poquito” es alguna de las frases que
esboza para reírnos de la ridiculez de ese día, ese lunes que aparece tan
alejado de ese anhelado y apetecido fin de semana. Si se lo saluda de apretón
de manos, don Hernán no repara en despojarse de su guante derecho para
estrecharla, y preguntar a aquel que saluda, el “¿cómo está?”, en este caso, de
manera desinteresada pero atenta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En una jornada extensa, el guardia feliz, permanece en su
posición constante, parado en el marco de la puerta de ingreso a un servicio de
salud. ¿Qué será lo que él tiene que resguardar? Si es tan sólo un servicio
médico, ¿tendrá algo importante que resguardar ahí? ¿ocultará algo secreto ese
servicio que su personal debe ser resguardado de forma constante? Nunca hemos
podido preguntarnos qué ocultará la labor principal del guardia. Quizás dicho
departamento merezca la atención necesaria, y su cuidado y el velar por la
seguridad de todos en su interior, sea una actividad de suma relevancia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Las horas pasan, las piernas cansan, permanecer parado la
mayor parte de la jornada no debe ser fácil. No todo el común de los mortales
se daría la osadía de permanecer tanto tiempo plantando los dos pies contra el piso manteniendo
la misma posición. Don Hernán sí lo hace, con fuerza de voluntad y, más aún, lo
hace con una sonrisa en el rostro. Todos los días me detengo un par de minutos
para intercambiar ideas con él, nos preguntamos cotidianeidades, además de
hablar de algo de contingencia, donde don Hernán plantea su punto de vista. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">¿Qué será lo que don Hernán pensará durante las diez horas
en que permanece parado mirando hacia el frente? Allí sólo tiene la calle, muchos
hechos curiosos y anécdotas en ese escenario. La calle, un paisaje dinámico
desde todo punto de vista. La calle es un verdadero proscenio, uno en que la
obra no encuentra su descanso y que, más bien, consigue territorio fértil.
¿Cuánta gente debe haber pasado por al frente exclamando algo, gritando, riendo
o llorando? ¿Cuántas marchas deben haber ocurrido? ¿Cuántos robos? ¿Cuántas
risas? Es la calle dentro de todo su dinamismo. Es un escenario, una exposición
de todo tipo. Es ese escenario en el cual don Hernán toma palco de forma diaria
y es en ella en que él adquiere el personaje del guardia feliz, un personaje
surrealista dentro de su especie. Don Hernán nuevamente se despide de forma atenta ¡Hasta mañana!</span></div>
Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-3240653406945294372011-12-10T00:48:00.014-03:002011-12-10T20:33:56.632-03:00Episodio 46: Parra y la huevada(sic)<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; line-height: 20px;"><em>«Conversar con Nicanor Parra es una verdadera aventura. Al comienzo se da siempre un estudio, una especie de reconocimiento, de intercambio de banderines, matizado por algunas frases sueltas que en verdad son sus poemas recientes, sus pensamientos de la semana(...)</em></span><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; line-height: 20px;"><em>»</em></span></span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: right;"><strong><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Alejandro Zambra</span></strong><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></div><br />
<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">A comienzos de mes el poeta Nicanor Parra fue reconocido con el Premio Cervantes de este año, distinción que, según la prensa, es algo así como el “premio nobel de habla hispana”. El poeta y físico nacido en San Fabián, no pretende viajar a España a recibir el premio porque implica subirse a un avión, vuelo que no piensa abordar. </span></div><br />
<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Días antes seguía mi recorrido con No Leer de Alejandro Zambra quien, en uno de sus</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> capítulos, comparte algunas vivencias en conjunto que ha tenido con don Nicanor. En uno de sus pasajes afirma: <strong><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; line-height: 20px;">«</span>Nunca lo he entrevistado, pero fui testigo de dos intentos que al principio fueron arduos, pues, como es sabido, a Parra los cuestionarios le suenan demasiado similares a los interrogatorios y prefiere respetar los tiempos naturales de una conversación(...)<span class="Apple-style-span" style="background-color: white; line-height: 20px;">»</span>.</strong> Seguí en mi recorrido por aquel capítulo sobre el poeta y en él destaca su naturalidad, pero dentro de los datos, el que más atrajo mi atención es su lugar de nacimiento. <o:p></o:p></span></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Para un chileno que conoce (en cierta forma) su tierra, si le preguntan por San Fabián, no sabrá qué responder. En alguna ocasión afirmé –erradamente- que los Parra eran oriundos de Parral y todos asintieron como ovejas a su pastor, sin cuestionar lo que relataba. Sin embargo la propia afonía de las palabras Parra con Parral dejaban al descubierto mi propia ignorancia. Ya indagando realmente el lugar de nacimiento, la familia pertenece a San Fabián otro pueblo ubicado cerca de San Carlos en la Octava Región. Luego de haber situado el origen, eso da cuenta de algo, el cómo la grandeza de este país se crea también en un pueblo tan remoto. Ese mismo origen de una Violeta, recordada por su canto popular que fue llevado a los grandes salones, y don Nicanor por su imaginario interminable. Quizás el lugar de origen no dice mucho de la persona, pero en nuestro país encontramos ejemplos palpables de lo que me atrevo a llamar “fenómeno”: <strong>Pueblos pequeños cuna de grandes creadores</strong>. <em>Magnificencia creativa</em> aislada del ruido mundano de las grandes metrópolis.</span></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En alguna entrevista de un par de años que no vale la pena apuntar, Florcita Motuda, el </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">estrafalario y siempre alegre músico, nacido en Curicó, afirmaba que como en su juventud su ciudad de origen se podían hacer tan pocas cosas, daba pie para crear música de distinto tipo, daba para el origen de una carrera y daba para una creación desligada. El mismo fenómeno ocurre con la nueva ola relativa a la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cumbia chilombiana</i>, donde el grupo musical Chico Trujillo tiene mucho qué hablar. Así, podríamos seguir enumerando los memorables casos en que grandes creaciones han tenido origen en pueblos pequeños y no en la gran ciudad. <o:p></o:p></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></div><div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Lo de Parra es notable, sólo basta seguir leyendo a Zambra al respecto e indagar otro tanto </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">más para darnos cuenta de lo genuino y auténtico de don Nicanor. El respeto por la grandeza de un personaje como él, provoca en esta lides, el pavor del que quiere dirigírsele. Esto ocurre con Parra pero sus afirmaciones son de una genialidad única. Alguno de sus alumnos tuvo “la bravura” de preguntarle al poeta si éste podía definir lo que era, para él, la antipoesía. Nicanor respondió con una frase: <strong>La antipoesía es una huevada</strong>. <o:p></o:p></span></div><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<div style="text-align: justify;"><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sobre la antipoesía se ha generado gran expectación y la respuesta de Parra desacomoda a todo aquel investigador que indaga en su obra. Él rompe esquemas y eso es claro. El señor es un poeta y, sólo si se le mira literalmente, su obra, como también afirma uno de sus más cercanos, trata de los “Poemas y Antipoemas”, la expresión “y” precisamente es de carácter disyuntiva. Él es un poeta con todas sus letras. Por más que alguno de los entendidos en el mundo de los bates intente negarlo. Ahí radica su grandeza, Parra es Parra, el poeta, el físico y el antipoeta; el que crea obras como “Artefactos” y señala a su propia creación como una huevada, una de las huevadas más gloriosas de la prosa hispanoamericana.</span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-45465705427881505602011-10-08T08:00:00.000-03:002011-10-08T03:09:22.505-03:00Episodio 45: Pitazo inicial<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: right;"><i><span style="font-family: Arial;"><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; line-height: 20px;">«A </span><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #222222; font-family: arial, sans-serif; line-height: 16px;">José Urriola (QEPD) van estas palabras</span></span><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; font-family: Arial; line-height: 20px;">»</span></i></div><span style="font-family: Arial;"><br />
</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;">En Chillán, la noche del pasado miércoles 28 de septiembre en una nueva fecha del campeonato de fútbol chileno, Ñublense se jugaba una de <i>sus finales</i> frente al equipo nortino de Cobresal. Esa misma noche, el equipo chillanejo perdió por dos a cero, lo cual agravó aún más la crisis por descender a la segunda división. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Fue la noche que esperaba con tanto aliento, para que el equipo repuntara después de tantos malos pasos dados de forma previa que nos hundieron hasta lo más bajo en lo que se puede ubicar un equipo de primera. Mientras los ñublencinos tocaban el balón en el medio de la cancha, pensé con cierta seguridad ingenua que el equipo podía salir de los puestos de descenso. Sin embargo, para mi descontento, Cobresal le propinó dos estocadas mortales, las que provocaron que el paciente siguiera en <st1:personname productid="la UCI" w:st="on">la <i>UCI</i></st1:personname> igualmente grave. Junto con eso, mi miércoles había finalizado con una retunda angustia. Un libro y música podían ser los elementos que lograsen sobrellevar la frustración de lo que veía en el Canal del Fútbol, nuevamente el equipo de Chillán había sumado una derrota. <o:p></o:p></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: Arial;">La mañana del sábado 2 de octubre en la avenida Vicuña Mackenna, comprando unas camisas en una bodega de notables descuentos, me entero de una triste noticia: Un reconocido hincha de Ñublense de Chillán angustiado por la derrota, había decidido quitarse la vida tras el encuentro contra Cobresal. Ingrata sorpresa. Luego de esto, te sientas y comienzas a reflexionar lo que significa el fútbol para algunos. Imaginar que un seguidor de equipo denominado <i>chico</i>, con una derrota intrascendente para el común nacional, había acabado con su vida. Volví a esa noche en la que sentí una pequeña angustia de lo sucedido, jamás pensaría que más al sur del país alguien pudiese sentir algo peor. Luego de ese suceso llegamos a la influencia del fútbol y la vida.<o:p></o:p></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Parafraseando a Eduardo Galeano el fútbol es una analogía de la vida. Por un lado el paso que das con la pelota en tus pies no necesariamente dará el resultado que esperas. Puedes patear hacia el arco, con toda intención y el balón puede dar hacia las nubes, puede impactar frente al poste del arco o incluso ni siquiera traspasar la línea de meta, sino irse hacia los laterales. En la vida, muchas veces esperas una causa y un efecto lógico, un resultado. Pero, al parecer, como se dice en el sur, </span><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, Verdana, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 20px;"><i><span style="font-family: Arial;"><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; line-height: 20px;">«</span></span></i></span><span style="font-family: Arial;"><i>no nos las llevamos tan peladas</i></span><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, Verdana, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 20px;"><i><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; font-family: Arial; line-height: 20px;">»</span></i></span><span style="font-family: Arial;"> y puede que ese intento también no logre ser un gol. Es ahí donde el ejecutante del tiro tendrá que practicar durante la semana para que ese tiro pueda dar donde él mismo quiera. En la vida el esfuerzo y la oportunidad también pueden llevarnos a ese resultado de gol, y tal vez nuestro entrenamiento sea tan depurado que ese ese tiro-gol, se transforme en una obra maestra que uno quiera rememorar cada cierto tiempo. Cuando los padres tomen ese álbum de fotos con tus logros y tu propia alegría. </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;">Durante mi tiempo libre y de forma inconsciente, siempre doy con analogías. Sumado por mi interés a la </span><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; font-family: Arial; font-size: 13px; line-height: 20px;">«</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;">crónica futbolera</span><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; font-family: Arial; font-size: 13px; line-height: 20px;">»</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;">, aquella que va más allá de las estadísticas, con Julio Martínez, Galeano y Benedetti entre los cronistas; la vida se asemeja al fútbol y los ejemplos son numerosos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial;"><br />
</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Logro encontrar en todo esto, una única <i>excepción:</i> uno no decide en qué momento comenzará a vivir; en el fútbol sí, transformando a ese pitazo inicial en un momento sublime, cuando preparas tu energía y concentración hacia ese segundo en que dos sujetos se pongan de acuerdo en iniciar hacer rodar una pelota.<span class="Apple-style-span" style="font-size: 11pt;"><o:p></o:p></span></span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-42335392836235002292011-08-20T08:00:00.006-04:002011-08-21T17:23:10.676-03:00Episodio 44: Opinantes<div style="text-align: justify;"><span class="apple-style-span"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">«</span></span><span class="apple-style-span"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;"><em>El día a día no pasa desapercibido en el mundo web. Esto, sumado al derecho a la libertad de expresión, concepto asegurado por nuestra Carta Política, da por resultado un sinnúmero de opiniones que adornan las más múltiples publicaciones expresando una impresión, visión o fundamento. Me permito indicar algunos arquetipos de estos opinantes</em></span></span><span class="apple-style-span"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">»</span><o:p></o:p></span></div><br />
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><span class="apple-style-span"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">El Ensayista<o:p></o:p></span></b></span></div><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span class="apple-style-span"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">1.- El titular: </span></b></span><span class="apple-style-span"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">Este tipo de opinante es aquel que efectúa una suerte de monitoreo periódico a cada una de las columnas publicadas. Suele caracterizarse por su temprana impresión sobre la columna en cuestión. Él no espera una respuesta del resto, por lo general asiente con cada afirmación del columnista. Muchas veces ensalza el discurso agradeciendo las palabras del autor. Rara vez hace alguna referencia personal. Otras veces, se informa, y cabe hacer una referencia a algún libro escrito por el propio columnista. Finalmente sus impresiones no provocan reacciones airadas y, más que una opinión, es un decir presente, un acusar recibo de que la publicación fue leída por el que opina. <o:p></o:p></span></span></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span class="apple-style-span"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">2.- El historiador (<i>o literato-filósofo</i>): </span></b></span><span class="apple-style-span"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">Para el historiador la columna admite un estudio acucioso que, por lo general, efectúa durante el día. Si sus impresiones son acabadas es probable que nos encontremos con sus posteos a eso del mediodía o luego de la hora de almuerzo. Pocas veces falla en su ortografía y, las pocas veces en que comete algún error, son simplemente en expresiones como “ti” con tilde. Para el historiador la opinión en comento siempre admite una referencia histórica, es por eso, que citas como Heródoto o Nietzsche merecen ser subrayadas en su opinión. La expresión que precede a la cita siempre es efectuada con afirmaciones como: “Esto me recuerda a(…)”. Finalmente su remache suelen ser con ideas analógicas. Algunos más enfáticos terminan sus oraciones con un “esto es lo mismo que antes” o el vilipendiado: “no me sorprende”. El historiador por lo general genera una madriguera fértil para sus pares historiadores, es por eso, que su opinión agrupa réplicas de rectificación o aclaración. Los replicantes del historiador (historiadores, por lo general) critican el contexto del comentario, pocas veces se han visto réplicas rectificando citas, obras o detalles cronológicos. El historiador saca ronchas intelectuales entre sus pares y sus comentarios, a diferencia del titular, nunca son de agradecimiento al texto, más bien apuntan a su propia vanidad de haber acertado con una cita idónea al comentario principal (<i>en buen chileno, el historiador siempre se va por el lado y es muy latero</i>). <o:p></o:p></span></span></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span class="apple-style-span"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">3.- El político: </span></b></span><span class="apple-style-span"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">Este arquetipo admite una doble subsunción. El político joven y el antiguo. En cuanto al primero, siempre hace una referencia contingente. Los datos aportados son más bien dialécticos, como diferenciar entre “política” y “politiquería”. Las referencias históricas no van más allá de cinco años atrás, por consiguiente, sus comentarios pueden ser devorados por los historiadores con facilidad. Se caracteriza por un lenguaje pragmático, plasmado de referencias a discursos políticos: “¿este es el Chile que queremos?” conforman el as de expresiones redundantes. Pero al político le place participar con su opinión en las columnas. Suelen publicar los links en sus páginas de blogs y redes sociales. Cuando eso lo efectúan de forma periódica, sus aportes suelen ser ignorados. Si el político opinante es joven y pertenece a la juventud de un partido político, suele estampar su firma al final de cada comentario con el cargo, <u>por lo general de poca importancia</u>, cada vez (Presidente Distritral de <st1:personname productid="la Juventud" w:st="on">la Juventud</st1:personname> de Chañaral). Sus comentarios causan gracia a los participantes más irónicos o que presumen mayor conocimiento sobre el tema al cual éste último hace alusión. <br />
<br />
En el caso del político más viejo, es un hombre más noble. Sus comentarios no son lanzados como cuan extremista lanza una bomba molotov. Más bien, sus aportes apuntan a historias pasadas donde la resignación y el “todo tiempo pasado fue mejor” redondean la idea plasmada. Por lo general apuntan hechos pasados para remarcar la inconsecuencia del columnista o del personaje al cual, este último, hace referencia. Como sus conocimientos tecnológicos no son acabados, el político más adulto no aporta links o citas textuales. Sus comentarios siempre admiten respuesta del resto. Muchos replicantes a su opinión intentan de forma furiosa sacarlo de contexto. Afirmaciones como “estamos en el año tal” siempre es un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">handicap</i> a la línea argumentativa del político viejo.<o:p></o:p></span></span></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span class="apple-style-span"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">4.- El viudo político. </span></b></span><span class="apple-style-span"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">Es el más aberrante de la terna. Sus opiniones siempre son destructivas, apuntan, por lo general y junto al político adulto, a referencias históricas pocas veces sustentadas por fuentes fidedignas. Lo que dice el viudo político apunta a historias pasadas, a referencias costumbristas basadas en la oralidad. En el “de boca en boca” que muchas veces pecan de imprecisión. Es por eso que las opiniones del viudo siempre causan el mayor impacto entre el resto de los que opinan. Ante una réplica y si está de malas, el viudo político es capaz de replicar y con mayor fuerza. Sus palabras predilectas son “sistemático”, “robo” y “olvido”. Su edad bordea entre los treinta y cinco a cincuenta años. Posee un resentimiento social ya asumido y no se incomoda en afirmarlo.<br />
<br />
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">5.- El añoso. </b>Este opinante es un romántico, por lo general es uno de los primeros en colgar su opinión en el sitio web. Es el más longevo del listado y sus opiniones apuntan a referencias pasadas. Por lo general, sea de cualquier tendencia política, sus opiniones son totalitarias y también apuntan, al igual que el político adulto, a un “los tiempos han cambiado” (¡Y para mal!). Sus opiniones no construyen, pero tampoco tienden a destruir. Más bien son una referencia o aporte, que el resto toma o deja. El añoso, por la dignidad que su edad impera, no admite réplicas de formas violentas. Más bien, las réplicas hacia su cometido son sutiles, lúdicas o pulcras. <o:p></o:p></span></span></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;"><span class="apple-style-span"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">6.- El talibán (Resentido social). </span></b></span><span class="apple-style-span"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-color: white; background-image: initial; background-origin: initial; color: black; font-family: Arial;">El talibán es una persona que siempre admite réplica. Y sus comentarios admiten tanta crítica por su inconsistencia que muchas veces no es leído por el resto de los que opinan. Por lo general su participación en el grupo es sólo con las primeras dos líneas de su comentario, la pereza de su público hace que el resto del contenido sea ignorado. Si el talibán no tiene una referencia o fundamento de texto que lo avale, él es capaz de transformarlo. Tiene facilidad para trastocar textos con el fin de que éstos versen a su favor. El grito de guerra de este opinante es “si no hay texto, crearé uno”. El diálogo con este grupo de opinión no es un debate, si el talibán se ve peligrosamente amenazado por respuestas con contenidos fuertes, aclaratorios y con sentido; él busca refugio en la confusión de su adversario. </span></span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-5609391263619187522011-07-23T08:00:00.062-04:002011-08-29T23:34:30.980-03:00Episodio 43: Música e ideología.<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><br />
</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;">«</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><i>Es ese país tropical el que le dio vida, </i></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><i>es ese país tropical el que la terminó...</i></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;">»</span><br />
<br />
<div style="text-align: right;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><b>El Ensayista</b></span></div><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><span style="font-family: Arial;"><br />
Existe el recuerdo de grandes artistas que, pese a la grandeza de su tiempo, el legado queda en el más profundo de los olvidos. Desde luego <strong>Wilson Simonal</strong> (Río de Janeiro, 1938 -2000)</span><span class="apple-converted-space"><span style="color: black; font-family: Arial;"> </span></span><span style="font-family: Arial;">es un claro ejemplo de esto. Recordado como “El rey del swing”<span class="apple-style-span"><span style="color: black;"> («<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rei do Suingue</i>»),</span></span> el carioca fue una de las voces de Brasil en las décadas de los sesenta y principios de los setenta. <o:p></o:p></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"> </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><br />
</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><span style="font-family: Arial;">El registro musical de Simonal, nos da a comprender su grandeza dentro del escenario. Su desplante escénico es una de las grandes características de este cantautor que mediante su carisma, su intención por lo no-</span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;">serio, los eternos <strong><em>“alegría, alegría”</em></strong> y esa risa espontánea al comenzar cada canción; espíritu brasileño en plenitud. Esa simpleza singulariza a uno que pudo llevar todo el ritmo popular hacia los anfiteatros, acompañado de precisos arreglos musicales de orquesta, reflejo de la música de esos tiempos. Durante sus presentaciones era capaz de hacer que hasta el más parco entre el público se levantara de su asiento. Simonal barría con todo lo que encontraba a su paso.</span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><br />
L</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><span style="font-family: Arial;">a carrera de Wilson Simonal iba en ascenso, en la década de los sesenta su voz pasó a engrosar de forma súbita la lista de los grandes músicos brasileños, popularidad aparejada a la de grandes como el mejor de los <strong>Roberto Carlos</strong>. Esto, llevó a que su interpretación de “<a href="http://www.youtube.com/watch?v=hiv5C4GzGMg">País Tropical</a>” original de <strong>Jorge Ben</strong>, sea una de las mejores de las que se tenga registro hasta nuestros días. Tanto fue su éxito, que llevó a Simonal a países como Francia e Italia, en este último la composición de Ben fue traducida al italiano, lo cual explica la grandeza conseguida. Sin dudas es ese <i>país tropical</i>, el que Simonal con orgullo mostraba para el mundo entero. <br />
<br />
Sin embargo:</span></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><span style="font-family: Arial;"><span class="Apple-style-span" style="color: #38761d;"><span class="apple-style-span">«</span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Creyéndose estafado por su contador le pidió a dos amigos suyos del ejército que lo obligaran a confesar que él había robado el dinero. Estos torturaron al contador que acabó confesando pero al ser liberado los acusó por las torturas</b>»</span></span></span> </div></blockquote><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;">Tras esto y sin ser acusado formalmente ante la justicia, el mundo artístico brasileño en su conjunto le cerró las puertas. La carrera de Simonal había llegado a un temprano fin.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><span class="Apple-style-span"><br />
</span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><strong><br />
</strong></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><strong>Ideología y música mezcladas en una misma fuente, aquella que no sabe de presunciones de inocencia ni de juicios previos, pero sí de olvidos.</strong> Así es como la ideología es la causante que se pueda perder la racionalidad del individuo, aquella que la perdió con Simonal. Pese a su recuerdo, los periodistas de música popular no se detienen en señalar la imagen de Simonal, al no colocarlo dentro de las grandes voces referentes, al lado de <strong>Caetano Veloso</strong> o <strong>Gilberto Gil</strong>.</span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><span class="Apple-style-span"><br />
</span><span style="font-family: Arial;">En las década de los ochenta y noventa, Simonal en sus escasas apariciones televisivas, se encargaba de aclarar el daño que le habían provocado las acusaciones públicas, ya no tenía miedo de apuntar con el dedo a los que él consideraba responsables de todo el menoscabo sufrido. Atrás quedaron sus sonrisas eternas, su “alegría, alegría” ya nada más era parte de un pasado glorioso. A comienzos del nuevo milenio, el rey del swing, no pudo con dos décadas de alcoholismo y depresión. Se le veía borracho cantando en las costas de Río de Janeiro. <b>U</b><strong>na cirrosis acabó con su vida.</strong> <o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial;"><span class="Apple-style-span"><br />
</span><span class="Apple-style-span"><a href="http://www.youtube.com/watch?v=wQER5RBU6n4"><i><span style="font-size: small;"><strong>«Simonal - Ninguém sabe o duro que dei»</strong></span></i></a><span style="font-size: small;"><span class="long-title"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="border-bottom-color: windowtext; border-bottom-width: 1pt; border-left-color: windowtext; border-left-width: 1pt; border-right-color: windowtext; border-right-width: 1pt; border-style: initial; border-top-color: windowtext; border-top-width: 1pt; color: #333333; font-family: Arial; letter-spacing: -0.4pt; padding-bottom: 0cm; padding-left: 0cm; padding-right: 0cm; padding-top: 0cm;"> </span></i></span><span class="long-title"><span style="border-bottom-color: windowtext; border-bottom-width: 1pt; border-left-color: windowtext; border-left-width: 1pt; border-right-color: windowtext; border-right-width: 1pt; border-style: initial; border-top-color: windowtext; border-top-width: 1pt; color: #333333; font-family: Arial; font-weight: normal; letter-spacing: -0.4pt; padding-bottom: 0cm; padding-left: 0cm; padding-right: 0cm; padding-top: 0cm;">(2009).</span></span><span class="long-title"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="border-bottom-color: windowtext; border-bottom-width: 1pt; border-left-color: windowtext; border-left-width: 1pt; border-right-color: windowtext; border-right-width: 1pt; border-style: initial; border-top-color: windowtext; border-top-width: 1pt; color: #333333; font-family: Arial; letter-spacing: -0.4pt; padding-bottom: 0cm; padding-left: 0cm; padding-right: 0cm; padding-top: 0cm;"> </span></i></span><span style="font-family: Arial; font-weight: normal;">Es un documental que analiza la vida y obra de Wilson Simonal. A través del testimonio de familiares y cercanos, no entregan una fuente para estar a su favor y desmentir a los incrédulos de su época. Sin embargo, sirve como punto válido para cuestionarse la omisión a su juicio previo y moral. <br />
<br />
Su historia da cuenta de como la política y las ideologías pueden acabar con todos si se lo propone. Tras su fallecimiento, se efectúo un </span><span style="font-family: Arial;">juicio simbólico</span><span style="font-family: Arial; font-weight: normal;">, en el cual no se demuestra una conexión a Simonal con ninguno de los delitos de los cuales fue acusado<a href="http://www.youtube.com/watch?v=WYqMg5x8vus">(…)</a></span></span></span></span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-56291005651548484722011-03-19T08:00:00.004-03:002011-03-21T23:26:29.346-03:00Episodio 42: Don Manuel Montecinos<div style="margin: 0cm; text-align: justify;"><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: black;">La labor educativa de los profesores llega a ser noble cuando van más allá de los contenidos que deben enseñar. Don Manuel Montecinos Caro era parte de este grupo que, iba más allá de lo que una pauta educativa prescribía. Durante sus clases hacía relucir algo que todo hombre quiere obtener en esta vida:<span class="apple-converted-space"> </span><i>Amar lo que se hace</i>.</span><span style="color: black;"><o:p></o:p></span></span></div><br />
<div style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: black;">Don Manuel nos dictaba sus clases de literatura medieval, con principal ahínco en la Época Dorada Española. Labor que muchos de los que fuimos sus alumnos recordamos con gran nostalgia. </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Al llegar al auditorio donde él efectuaba sus clases, se acercaba junto a su bastón, su boina, su chaqueta y con su ayudante del curso ayudándolo a no perder el equilibro. Pese a ser un curso menor en cuanto al promedio, las clases eran realizadas en uno de los auditorios de<span class="apple-converted-space"> </span><st1:personname productid="la Universidad" w:st="on"><st1:personname productid="la Universidad" u2:st="on">la Universidad</st1:personname></st1:personname>, don Manuel lo agradecía, sólo dos peldaños eran los necesarios para llegar hacia la sala de clases. Él, producto de su edad, podía estar maltrecho pero nadie podía discutir las ganas de querer explicarnos aspectos importantes de la literatura del medioevo. Una vez que llegaba, dejaba su boina, acomodaba su bastón y se sentaba en el borde del escritorio y comenzaba sus clases.</span></div><br />
<div style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: black;">Nos llamaba “gringos” y bien teníamos puesto ese nombre si consideramos todas las usanzas adquiridas del país del norte. “Bien gringos, la clase ha terminado” decía al final. </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Llama la atención que el educador, con el paso de los años, haga sus clases con contenidos que van más allá de lo establecido. La propia experiencia de don Manuel, junto a sus viajes y anécdotas en general, hacían que la clase mereciera ser atendida por todos y cada uno de sus alumnos. Así, una tras otra eran sus anécdotas que hacían llamar más la atención de los temas que él trataba.</span></div><br />
<div style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: black;">Literatura medieval, centrada en España era su especialidad. Así, los contenidos del mester de Juglaría y de Clerecía, junto a cada una de sus creaciones hacían una clase que valía la pena existir para estar en ella. Se enfocó durante un tiempo considerable en la imagen del <strong>Cid Rodrigo Díaz de Vivar</strong>, esta obra clásica escrita en castellano antiguo era un destino obligado. Destacaba la imagen de Rodrigo Díaz al hacer abandono de sus seres más queridos. Dentro del propio texto nos indicaba:<span class="apple-converted-space"> </span></span><b><span style="color: black;">«</span></b><b><span style="color: black;">Lloran todos con gran pena, como nunca se vió tal. Como la uña de la carne, siéntense así desgarrar</span></b><b><span style="color: black;">»</span></b><span style="color: black;">.<span class="apple-converted-space"> </span>Nos decía “fíjense gringos”, y que notáramos cuánto dolor sintió el Cid al abandonar a los suyos, como el dolor de quien se saca una uña: "Imagínense ese dolor, terrible". Ese mismo dolor que deben sentir sus seres queridos al verlo partir, angustia mitigada por el recuerdo perpetuo de sus cátedras, publicaciones e historias personales. </span></span></div><br />
<div style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: black;">Dentro de otras anécdotas que cabe recordar es aquella en uno de sus viajes a España, donde efectúo estudios de doctorales en<span class="apple-converted-space"> </span><st1:personname productid="la Universidad" w:st="on"><st1:personname productid="la Universidad Complutense" u2:st="on"><st1:personname productid="la Universidad" u2:st="on">la Universidad</st1:personname><span class="apple-converted-space"></span></st1:personname> </st1:personname></span>Complutense<span class="apple-converted-space"> </span>de Madrid. Él nos decía que la versión original de “El Cantar de Mío Cid”, estaba cerrada “bajo 7 llaves” agregando, en tono de humor, que no pensáramos que efectivamente eran 7 las llaves que mantenían la seguridad de la primera obra. Para él debió ser un día especial el viajar a su encuentro. Nos contaba que, al ser presentado el texto en una vitrina; él, envalentonado, se acercó y comenzó a revisar la primera hoja de la versión original de esta obra y empezó a leer:<span class="apple-converted-space"> </span><b><span style="color: black;">«</span></b><b><span style="color: black;">Tañen allí las campanas en San Pedro con clamor/ escúchanse por Castilla voces diciendo el pregón: Cómo se va de la tierra nuestro Cid Campeador</span></b><b><span style="color: black;">»</span></b><span style="color: black;">. Todos los académicos estaban sorprendidos, en un castellano antiguo vieron cómo don Manuel había logrado descifrar las primeras líneas de una ininteligible letra, producto del deteriorado estado en que permanecía. Sin embargo, don Manuel se sabía de memoria ese comienzo. A todos nos causó gracia, más aún cuando veíamos cómo él disfrutaba, al igual que nosotros. En sus clases el tiempo era un sólo accidente.</span></span></div><br />
<div style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: black;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Los últimos días que tuve la oportunidad de verlo paseaba con su bastón por la calle Álvares en Viña del Mar. A veces se tomaba un café y conversaba. Era de esas personas que merecen ponerles suma atención. Esa bola de nieve de experiencias, éxitos, risas y enseñanza hacen que uno se detenga a pensar más de alguna vez en don Manuel, a quién es justo recordar. Desde aquí adiós don Manuel, nos veremos en un tiempo. Sé que usted seguirá disfrutando de los brochazos creativos eternos de Cervantes. De la historia del Quijote, la cual formó parte de su vida. </span></span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-35421816816030190642011-02-26T17:25:00.025-03:002011-03-19T22:31:11.299-03:00Episodio 41: Bayly ardiendo<div><div><div><div align="justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="Apple-style-span"><i><b>«</b>Javier Garcés piensa que un chileno promedio es tan feo como un peruano promedio y tan mentiroso como un peruano promedio aunque menos haragán que un peruano promedio, pero eso que algunos encuentran meritorio, el espíritu laborioso y pujante y emprendedor del chileno promedio, es lo que a Garcés le inflama o irrita un tanto los cojones</i></span><strong><em><span class="Apple-style-span">»</span><br />
</em></strong><br />
</span></div><div align="right"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><strong><span class="Apple-style-span">(Fragmento de Morirás Mañana 2, El Misterio de Alma Rossi)</span><br />
</strong><br />
</span></div><div align="right"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div align="justify"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Cuando llegan noticias desde Perú sobre nosotros, más de alguno acá infla el pecho y salta a atacar de vuelta, como si se ofendiera a la propia madre. Pero es su patria, la misma que desconoce en algún minuto. Así fue como el pasado 3 de enero, Jaime Bayly, escritor peruano, conocido más por sus programas de televisión y declaraciones que por sus propias obras, publica algo de su autoría en un conocido medio de su país. La columna, que lleva por título “Los chilenos”, no pasó inadvertida esta semana de febrero, desde el momento en que, algún amante del arte de provocar, la publicara como una ofensa nacional, un despropósito discordante con la realidad y de un nacionalismo desmedido que atentaría, eventualmente, contra todos y cada uno de los chilenos.<br />
<br />
La primera impresión es gravitante. Es fácil leer por encima y disparar al percatarse de una ofensa contra la patria: <b>«Perdón por la franqueza, pero si elijo a un chileno al azar, es feo, es un guiñapo, es un enano contrahecho, es sujeto de facciones como cuchillos afilados, es feo como una patada en los testículos. Y a pesar de eso, se sienten lindos, se sienten regios, se sienten estupendos, se sienten Primer Mundo. Primer Mundo, los cojones (…)»</b>. Palabras que dan impulso a sentirse ofendidos y dar un golpe de vuelta. En este grupo de opinión, se ofende a su autor, primero por el hecho de ser peruano, algo incomprensible. Siempre se ha mirado al peruano por estar en una posición, a primera vista, desfavorable. Por ese afán poco traducible, hacia la xenofobia o ese sentido de superioridad que se tiene contra una nación siempre vista como inferior. En este grupo se esconde un submundo empalagoso, que da pie para referencias físicas, históricas, ofensas comunes. Frase como “devuélvanos el Huáscar” provocan brotes de nacionalismo por conveniencia. Se recuerdan del héroe de la patria Arturo Prat, quien, con valentía saltó hacia el buque enemigo, dando la vida por la misma. Entre ellos se esconde una muchedumbre que genera el peor de los sentimientos, una rabia contenida y silente. El mismo que, por conveniencia, habla y siente un profundo orgullo por lo hecho por Prat, es el que no tuvo problemas en aceptar una horrenda obra, indocumentada, que habla de la supuesta homosexualidad del héroe nacional. Una afirmación sin fundamento claro, se convierte en falsa y, debido a la identidad de dicha falsedad, es un agravio. Hecho que quedó en la más profunda impunidad.<br />
<br />
Como las opiniones de lo escrito por Bayly son diversas, otro grupo le dio el visto bueno. El peruano tiene toda la razón, entrelíneas se entiende una fotografía perfecta de cómo funciona el chileno y cómo es: Un mentiroso y arribista por excelencia. Agregándole calificativos como avaro, pérfido y desleal que sería, en general, el chileno promedio.<br />
<br />
Otros, más cautos que los anteriores y más aún que los más impulsivos que se vieron ofendidos, entendieron que ésta es una cita de la próxima obra del escritor. Que el personaje es sólo ficcional de su creador. Las palabras, allí contenidas, son sólo impresiones de Javier Garcés, un personaje. La columna advierte, en su parte final, que corresponde a un extracto de la segunda parte de “Morirás mañana”. La impresión, en su correcta comprensión, da para entender, en términos estrictos que lo referido allí, no representa el pensamiento de Jaime Bayly.<br />
<br />
Quizás, nos faltará una mejor interpretación, esconder las piedras y darle un firme apretón de manos a su autor. Es curioso que tenga que recurrir a pegar extractos de sus obras, con una finalidad que aparece a todas luces. Más aún su sentido literario predecible y común. Se cree que Bayly tuvo la valentía que los escritores del sur del mundo nunca han tenido; el propio detalle de sus crónicas da a entender que el peruano no hace lo opuesto y menos en la columna en cuestión, siempre termina con una oración condescendiente, que por lo general va en su contra, riéndose u ofendiéndose, para agradar. No siendo el valiente que se cree. Termina por tirar la piedra y esconder la mano. </span></div><div align="justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span></div><div align="justify"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div align="justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Bien sabrán algunos como, en su época, esta vez en Argentina, se dijo que en la obra “El túnel” lo dicho por su protagonista <strong>Juan Pablo Castel</strong>, eran palabras del propio <b><a href="http://ensayoserraticos.blogspot.com/2009/09/episodio-3-el-consuelo.html">Sábato</a></b>, quien por medio de sus obras efectuaba agudas críticas sociales. Pero ahí hablamos de literatura clásica, de aquella que se enseña, que se utiliza con fines pedagógicos. No de aquella que necesita que sus extractos sean publicados en los medios.</span></div></div></div></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-37675277151587871052011-01-15T08:00:00.008-03:002011-02-01T20:14:35.419-03:00Episodio 40: Patear libros<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em><strong>«</strong>Tiendo a pensar que quienes leen en verano son los mismos que leen en invierno, en otoño y en primavera: gente más bien reacia a la propaganda, que pasa con gusto de las novedades<strong>»</strong><br /><br /></em></span></div><div align="right"><strong><span style="font-family:arial;">Alejandro Zambra</span></strong></div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Se dice que el verano es la estación del año propicia para leer aquellos libros que no han sido leídos. Así, editoriales sacan ejemplares durante esta época para que, todo aquel que no ha tenido tiempo durante el año para leer novelas, se ponga al día. Esa <em>deuda literaria</em> que sigue a muchos y que, ahora, piensan saldar. Sin embargo, ¿cree usted en esa suerte de rehabilitación literaria?<br /><br />En mis últimos veranos he llevado algunos libros para ser leídos en la playa, o en el lugar que sea. Admiro mucho a las personas que disfrutan de su verano, pero cuando te vas a un lugar recóndito, hay tiempos de espera en que no se hace nada y es el momento indicado para sacar un libro y comenzar a quemar el tiempo, o mejorarlo. Esto de la lectura de verano ha derivado, para todos aquellos a los cuales les gusta categorizar, en que exista un género en particular: el de la literatura veraniega. Alejandro Zambra, desmistifica ese género afirmando que de género tiene bien poco. Hay libros, que no son leídos, por ese placer de no leer, un oculto arte. Rafael Gumucio recomienda a Zambra un libro de Marcelo Lillo, autor que, para él, es un excelente cuentista. Afirmando que <strong>«no lo he leído y no pienso leerlo, pero es muy bueno, no necesito leerlo para saber que es muy bueno».<br /></strong><br />En “No leer” algunos extractos aparecen de manifiesto. Me pasó con "Fahrenheit 451", un obsequio desde Argentina hace un (muy) buen par de años. Muchas personas escriben en sus bitácoras este título como uno de sus favoritos y, convengamos también otros opinan que esto es casi una saga al subsumirlo en una especie de ruta de la ficción la cual es tarea seguirla, así si la obra de Bradbury es la primera parada, "Un mundo feliz" de Huxley vendría a ser la segunda estación de este pequeño sendero que, para los más pretensiosos, se podría extender aún más. Idea que no comparto, el que se quiera hartar con champaña y luego quiera cerveza, allá él.<br /><br />He llevado a Fahrenheit a un par de veraneos en distintos lugares. Me ha acompañado en playas y piscinas. El libro se ha llenado de arena, y sólo eso. De vez en cuando ha sido mi equipaje de mano. Me preguntan si lo he leído, me critican porque no lo leo cuando lo llevo porque, en ese caso, debe ser para leerlo. Y mi respuesta es siempre que no, que lo leeré cuando <em>haya que leerlo</em>. Así han pasado los años y esas ciento setenta y cinco páginas no he leído todavía. No sigo a Frahrenheit y creo no tener el derecho para ponerlo entre mis novelas favoritas. Tal vez este no sea el minuto para sacarlo y saldar la cuenta pendiente, porque no hay nada que saldar. Pero, al igual que Gumucio, es un buen libro.<br /><br />No leí Farehrenheit 451 y no lo leeré. No sé cuándo será mi minuto para comenzarlo y, probablemente, puede que ese tiempo nunca llegue. Es probable que las últimas ideas de Tom Wolfe acerca de la ruta mortuoria a la que van encaminadas las novelas de ficción, hayan calado en mi perspectiva de la literatura en general. Además de esa idea, he agregado las propias, ese mejunje que la realidad siempre ha superado a la ficción es algo que me aleja aún más de esta última. Idea sensata es pensar que mi afición son las historias reales bien escritas, de preferencia, las costumbristas que te indican lugares que conoces.<br /><br />Lo más saludable sería afirmar que el verano es la estación del año propicia para patear un buen volumen de libros, de distinto género y autor. Claro, no botarlos a la basura y pensar en que no existe una enfermedad de avidez literaria y menos una fecha para su cura. Probablemente, y en la época menos esperada del año, tome un libro y pase un buen momento al hacerlo. </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-41461111230267449382010-12-31T08:00:00.004-03:002011-01-07T23:20:16.122-03:00Episodio 39: Dos mil diez<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>«De recuentos y balances</em><strong>»<br /><br /></strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Bien vale hacer un recuento. Debo decir previamente que no me agradan los que realiza el periodismo, siempre con la verborreica forma de hacernos parecer que la realidad de cada uno está inmiscuida en esta verdadera vorágine de tragedias que han tenido que padecer miles de chilenos. Que en febrero se comenzó el año con un trágico terremoto; que a mediados de año el país vio matizado su llanto con partidos del mundial de fútbol sudafricano. Seguimos con los treinta y tres mineros atrapados a setecientos metros de profundidad en la mina San José: las maniobras de rescate, la televisión transmitiendo las veinticuatro horas del día esos momentos de angustia, que hacían finalizar la cruda incertidumbre de cientos de familiares de éstos, el abrazo del primer minero rescatado; expectación mundial, cámaras de todo el mundo formando un verdadero babel, esperando en el lugar de los hechos lo que iba a pasar con los treinta y tres. Finalizando el año con la tragedia de los ochenta y un reos fallecidos en la cárcel de San Miguel, y el broche de oro del año, la Teletón.<br /><br /></div></span><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Todo esto agregado con el "año malo de todos los chilenos” que te obligan a creer que esa tragedias te afectaron. Por más que, durante las extenuantes transmisiones televisivas lograste sacar una lágrima de lo que fueron estos cruentos episodios, ¿Por qué debemos hacerlos propios? ¿No podremos tener un recuento personal en donde no todo haya salido mal? Es ahí donde comienza el cuestionamiento objetando si realmente el ejercicio de dudar la calidad de este año haya sido malo o no. Repito: No me gustan los recuentos del periodismo. Llegamos a fin de año y hago mi propio recuento. El balance comienza con la muerte de mi tío Óscar en noviembre pasado a causa de un cáncer incurable y detectado de forma tardía, no puedo evitar desde aquí enviarle un saludo y que descanse en paz.<br /><br /></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Después de eso el resto fueron de múltiples cosas buenas. Empezando por el entendimiento del ambiente capitalino, la vida en Santiago no es tan trágica como se la observa desde las provincias en que, el mismo periodismo, nos llena de cosas malas de dicha ciudad hasta el hartazgo. Fue un año de una menor reflexión y una mayor acción. De partir de un lado a otro. Entre los detalles de este año leí bastante. Comencé el año con <strong>“Primera parte”</strong> de <strong>Alberto Fuguet</strong>, libro que me acompañó durante mi estadía en Dichato previo a ser devastado por el terremoto. Destaco algunos otros como <strong>“Prueba de sonido”</strong> de <strong>David Ponce</strong> el cual inicia una buena cronología de todas las agrupaciones de rock chilenas de toda la historia. Sigo con <strong>“Para gritar, para cantar, para llorar”</strong> un libro que retrata crónicas de fútbol de afamados periodistas y cronistas. Estos dos libros me llegaron de regalo de amigos, a los cuales agradezco mucho el gesto. Continué con las <strong>“Crónicas ociosas”</strong> de <strong>Francisco Mouat</strong>, libro con el cual pasé algún fin de semana en la capital, mientras visitaba la tienda de completos <strong>“Dominó”</strong> lugar en el que me maravillé por su increíble sabor: el alemán y el jugo de frambuesa fueron mi elección predilecta. Finalicé mi año con <strong>“No leer”</strong> de <strong>Alejandro Zambra</strong> el cual hace un recuento de crónicas sobre literatura, un autor joven que bien merece ser leído. Sobre discos <strong>“The Suburbs”</strong> de<strong> Arcade Fire</strong> fue mi elección como un gran disco a tener en consideración en este año 2010 que nos deja. De bandas locales, <strong>We Are The Grand,</strong> es una excelente recomendación, radicados en Inglaterra, dejan a muchas otras del circuito <em>viñamarino</em> y <em>porteño</em> como simples agrupaciones <em>de colegio</em>.<br /><br /></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Este y otros detalles o hitos personales hacen de mi 2010 un año excelente. Agradezco a todos los que aparecieron en mi propia escena de éste. Estoy muy agradecido por sus gestos, no puedo nombrarlos a todos, si me olvido de alguno me regañaré al no hacerlo.<br /><br />Amigos, no dependamos de calendarios, hay que vivir la vida día tras día. Paso a paso. </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-60981815840656254082010-12-18T17:34:00.023-03:002012-01-19T23:05:42.224-03:00Episodio 38: Crítica: Libros y librerías<div align="justify"><span style="font-family: arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;"><strong>«</strong><em>Este es el ensayo más progre que pueda encontrar de este espacio. Pues en mi humilde opinión, la delincuencia no se soluciona construyendo más cárceles, sino con una mejor educación</em><strong>»</strong></span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;"><br />
<br />
En Chile no se lee, o mejor dicho, no se lee lo que un país debiese leer, para poder salir de las garras del tercermundismo que ha sido disfrazado, hasta nuestros días, por el apellido "en vías de desarrollo”. Si bien los libros se encuentran en las librerías y bibliotecas, curioso resulta hacer referencia a lo primero: Las librerías.<br />
<br />
Este país es bien singular, el libro es tomado como un privilegio. Pocos tienen como costumbre acercarse a las tiendas para comprar un libro del contenido que sea. Los libros son caros, no he descubierto América con esa última afirmación, pero lo curioso es que, frente a este problema, existen dos posturas. Los que detectaron este problema (no descubridores de América) y a los que el tema no les importa en lo absoluto.<br />
<br />
Frente a este primer grupo de ¡nosotros los descubridores! Están los que abogan por la derogación de la carga impositiva presente en cada uno de los libros. Ese diecinueve por ciento hace que los libros sean -aún- más caros. Sin embargo, existe otro grupo de descubridores de América –donde más me siento identificado- que piensa que quitar ese diecinueve por ciento seguirá siendo un absurdo, por más que la buena intención y benevolencia esté presente en esto. Pues bien, me explico, la operación es básica: el diecinueve por ciento de un libro promedio, por ejemplo, de un valor cercano a los quince mil pesos es un despropósito. No se necesita ser un experto en las matemáticas para constatar que, dicho porcentaje de posible rebaja en el precio, es un ápice del real valor de las obras.<br />
<br />
Sigamos en nuestro llanto. Para las librerías el negocio no resulta del todo rentable, sin embargo, sobreviven. Porque “los mismos de siempre” ingresan a sus tiendas y con eso se logra vivir y bien. ¿Qué hay de las librerías? Pues lo que usted ve al acercarse a ellas. Personal de atención parados, apoyados sobre los libreros que, a veces, te saludan. Siempre me ha llamado la atención que tenemos el derecho a desmerecerlos. Claro, con excepciones –en este lado del mundo es común no atreverse a afirmar nada ni defender nada y anteponer puros condicionales como el “tal vez” o el “quizás”-. Ese trabajo dentro de la librería lo puede hacer cualquier mortal, claro, si cada libro está etiquetado con su respectivo código de barra. Los tipos hacen una labor menos ardua que los conserjes. Me explico, equiparemos sus funciones. Tienen una función física, como es la noble tarea de mover libros, algunos pesados, y ponerlos en su correcto lugar. Ayudarse por las escaleras para llegar al estante más alto donde poder dejarlos. Pues, el conserje, se puede mover de un lado hacia otro y también, algunos cautos, se ganan sus pololitos limpiando vidrios, entre otras labores extra.<br />
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Me dirán, con razón, que lo de los tipos de las librerías es una labor intelectual. Debiese ser, hay buenos casos de personas que aman las letras y la literatura en general, uno los observa porque, muchas veces, están en sus mesones de atención con libracos de cinco kilos sobre sus manos, leyendo. Pero la realidad es otra, los tipos que te atienden –si es que lo hacen- toman el libro, buscan el código de barra y lo pasan por la maquinita, la cual señala el nombre del autor, el título de la obra, la editorial y el valor de este. ¡Nada más! ¿Me podrá decir ahora que la labor de los conserjes es más ardua que la de estos sujetos?<br />
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Sobre otro plano, en el que no sigo descubriendo América, más bien digo puras obviedades. No está en el común del chileno, comprar un libro. Y, el tema ha llegado a tal nefasto nivel que muchos en gestos vanidosos se pasean con libros en las plazas y los cafés. Inclusive existen otros que anuncian la obra que están leyendo en ¡las redes sociales! Todo para atestiguar frente a sus pares el “yo leo, yo soy culto”.<br />
</span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;"><br />
Los <em>flaites</em> no compran libros y no les importa ese hecho de no hacerlo. Me permito citar al gran historiador <strong>Gabriel Salazar</strong> que describe a estas personas: <strong>« (…)¿Cuál es el pobre típico hoy? Ya no es el cabro harapiento y sin zapatos, no es la vieja con el saco pidiendo lechuga: el pobre de hoy es el flaite. Y el flaite, que no estudia, es una especie de vago, tiene blue jeans de marca, zapatillas de marca, polerón de marca, celular, peinado con estilo que necesita de una serie de cuestiones para dejar el pelo parado. Y, por lo tanto, no se siente pobre».</strong> Me permito además agregar que, con el valor de las ultra-blancas zapatillas <em>Lacoste</em>, que más de algún flaite ostenta, podría comprarse un buen par de libros. Pero no es prioridad y no tiene por qué serlo, la poca aspiración como sociedad hacia la cultura hacen que para ellos, leer sea <em>una lata</em>. </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-3545781549907351682010-12-11T08:00:00.004-03:002010-12-15T02:44:25.401-03:00Episodio 37: Memoria<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em><strong>«</strong>Para mi tío Óscar, al que tanto queremos, recordamos y extrañamos<strong>»<br /><br /><br /></strong></em></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">La historia del <strong>Finado Vargas</strong> es una bien particular, es un hombre muerto en vida. En sus certificados aparece como una persona fallecida, pero que, sin embargo, sigue viviendo. Con un segundo matrimonio, una mujer y siete hijos; dentro de los cuales hay cinco hombres y dos mujeres. Así es como sigue esta simple, pero inusual historia, que se caracteriza por el propio testimonio de Vargas quien cuenta que los funcionarios del Registro Civil le dijeron que no “puede sacar certificados, porque está muerto”, desde ahí se gesta un verdadero "Lázaro nacional".<br /><br />Así como el recuerdo, tanto del periodista del diario <strong>Las Últimas Noticias</strong>, como para <strong>Francisco Mouat</strong>; el capítulo de personajes de éste último, en sus livianas y entretenidas “Crónicas Ociosas” retratan a un personaje del pasado. Luego de leer este breve fragmento, que se caracteriza por la singular historia y detalle de Vargas, me apresuré en prepararme un café colombiano que ya va escaseando en su tarro. No pude evitar escribir algo sobre el pasado que, sin embargo, tengo muy presente. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><br />Como se dice que el que no aprovecha sus virtudes “está desperdiciando algo”, me permito recrear una escena que guardo con orgullo y silencio entre mis recuerdos más preciados:<br /><br />Chillán, casa sin número. La primera de toda esa hectárea y, probablemente de muchas otras. Entramos por el imponente portón de piedra de la casa de mis queridos abuelos. El perro de turno te ladra, se ubica a un costado y, por su fiereza, está más encadenado, como <em>condenao</em>. Entramos por la puerta donde se ingresa cotidianamente, no la de visitas. La puerta está a maltraer, hay un signo de Cristo sobre ésta. Al ingresar están los tantos gorros de mi primo Gonzalo. Se supone que es el lugar donde las visitas dejan sus cosas, chaquetas y sombreros. Sin embargo, ese espacio está para las artimañas de mi primo, en la mesa hay uno que otro cachureo, si preguntas por qué el desorden en Chillán nunca se sentirán ofendidos, dirán que así es la usanza del campo donde todo es más desordenado que en la ciudad. Sigues caminando y te encuentras con la sala de estar. Hay un mueble que cubre toda la pared. Vasos, platos, uno que otro cajón con cachureos de mis tíos están ahí. Hay figuras decorativas en el mueble, así como cuadros de los primos de Antofagasta, Santiago, Chillán y nosotros los de Viña. De repente algún curioso que trata de buscar algo de ese mueble se manda algún comentario. En la foto aparecemos casi todos bien chicos, unos niños que nos veíamos alegres enmarcados en estas fotos que, más de alguna vez deben haber alegrado a mis abuelitos.<br /><br />Siguiendo por la sala están el sofá pegado a la pared color ocre. Una silla contigua a ese sofá era donde mi abuelito se sentaba para ver la televisión. Decía que le caía bien Marcelo Salas, que era bueno pa`la pelota, que Zamorano no tanto. Que Álvaro Salas no era un buen humorista, en tiempos en que la mayoría pensaba lo contrario. En ese lado de la sala hay un recuerdo enviado a mis abuelitos de algún amigo, un círculo de cobre sobre el cual aparecen grabados los nombres de mis abuelitos, junto a un huaso practicando el rodeo, arriba de un caballo con su poncho y su sombrero, haciéndole collera a un ternero. En el otro muro está la radio que, de vez en cuando, se corre hacia el patio donde compartimos cuando vamos de visita. En esa misma pared hay una puerta que da con el patio frontal de la casa. En ese mismo muro se ubica otro sillón, donde mi tía Sonia se queda dormida casi todos los días en que estamos de visita. Si le preguntas si quiere irse a dormir te dirá que no, que ella está bien sentada y despierta, que sólo está “descansando los ojos”. En ese mismo lugar está el calendario del año de turno, que por lo general es de papel y con la marca de una carnicería. Hay un reloj y más allá aparece un cuadro del año ochenta y dos, donde salen mis papás en su matrimonio. Junto a ellos, están todos los hermanos de mi mamá. Cinco hermanas y dos hermanos. Estos últimos muy jóvenes y delgados, los dos con ternos color celeste, iguales. Mi tío Daniel y mi tío Óscar, el callado, el buena persona, el que hoy nos observa y al que tanto extrañamos. </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-26972863007307311622010-11-27T08:00:00.005-03:002010-11-30T20:06:16.258-03:00Episodio 36: Récord Guinness<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>« (…) este evento que busca potenciar este paraíso lacustre con una actividad a la altura de un gran Record Guiness (sic), todo con el objetivo de pulir este diamante en bruto que es Licán Ray». </em></span></div><p align="right"><span style="font-family:arial;"><strong>Diario "La Opinión", 19 de julio de 2009</strong></p><div align="justify"><br />Los <em>Récord Guinness</em> son un verdadero misterio, una incógnita que si lo piensa carece de todo sentido. No es sorpresa que al común de los mortales nos llame la atención aspectos que sobresalen de nuestra propia cotidianeidad. Así el hombre más alto del mundo, el más enano, la mujer con las uñas más largas, la con los pechos más grandes, etc. La resistencia, habilidad; en fin, aspectos que salen de toda lógica quedan impresos en un registro llamado <em>Guinness</em>.<br /><br />En nuestro país el tema no resulta indiferente. Es así como estuve presente en una de las más nobles hazañas en cuanto organización y unión para hacer de </span><a href="http://www.laopinon.cl/admin/render/noticia/20641"><span style="font-family:arial;">Licán Ray</span></a><span style="font-family:arial;">, ubicada en la décima región, la ciudad con el “asado más grande del mundo”.<br /><br />En mis vacaciones familiares, mediados de los años noventa, nos quedamos en esta hermosa ciudad donde se ubica la rivera del lago <em>Calafquén</em>. <em>Licanrade</em>, como la llamábamos, es un pueblo tranquilo, perfecto para turistas que buscan un relajo, caminar por la playa, leerse un libro por la tarde o simplemente el diario. En el centro de la ciudad, el <em>asado récord</em> comenzaba a gestarse con días de anticipación. Carteles por toda la ciudad, hacían recordar a sus habitantes que el hito era importante, que debían aportar para esta gesta con su presencia. El alcalde de la ciudad, junto a los funcionarios municipales también estaban pendiente de este proyecto veraniego. Es así como a partir de las siete de la mañana, en la calle principal el asado comenzó a tomar forma. Se unieron mezas formando una interminable hilera donde iban a participar los comensales del asado más grande del mundo. Éste no iba a ser hecho en un horno gigante, y probablemente los propios productores del evento no habrán previsto que, quizá –pienso-, el asado más grande del mundo debió haberse efectuado en la parrilla más grande del mundo. Pero, en resumidas cuentas, era la larga fila de mezas unidas más grande del mundo. Sin embargo, todos estábamos convencidos de que esta ciudad iba a quedar impresa en la publicación de los <em>Guinness</em> del año siguiente. Se logró la meta, y muchos vecinos debieron sentir un espléndido regocijo, al haber participado para erigir a su ciudad en la cúspide de lo sublime.<br /><br />En 1995, la ciudad de <em><a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Torta_curicana">Curicó</a></em> se unió a los buscadores de <em>récord Guinness</em> al preparar “La torta curicana más grande del mundo”. <em>Montero</em>, nombre de la empresa líder en la elaboración de este dulce en la ciudad, propuso realizar esta gesta heroica, también con el afán de escribir a Curicó en uno de los sitiales de estos registros que, a muchos, les genera un placer incontenible; un orgullo, aunque efímero, es orgullo de todas formas.<br /><br />Muchos de los impulsores de ideas cómo éstas, lo hacen con el fin de beneficiar y potenciar el nombre de sus ciudades. Que se abran al mundo, y dejen ese oscuro anonimato que la propia historia ha hecho de ellas. Así, a primera vista, podría potenciar el aumento del turismo y otros factores con lo cual busque que dicha ciudad crezca, puede ser una buena interpretación al conseguir estos hitos. O simplemente un afán de querer demostrarle al resto del mundo que en una ciudad hay algo que el resto de las ciudades no tiene o que, incluso, nunca imaginó tener.<br /><br />La idea de un <em>récord Guinness</em> es curiosa y alegre. Una buena instancia para unir fuerzas, de esparcimiento y convivencia entre los habitantes de una ciudad, o un grupo de personas que se unen en una labor poco común. Sin embargo ¿ha tomado un libro de <em>Récord Guinness</em>? Si es así ¿cuánto tiempo lo revisa hoja por hoja? </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-44384236372029139252010-11-20T08:00:00.001-03:002010-11-26T01:36:52.177-03:00Episodio 35: Me han dicho (Fetichismos)<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>«<strong>fetiche.<br /></strong>(Del fr. fétiche).<br /><strong>1.</strong> m. Ídolo u objeto de culto al que se atribuye poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos».<br /></em><br />Los fetichismos son parte de mi día a día, para las personas que viven de las simplezas que nos da la literalidad, estas líneas les resultarán absurdas con fundadas razones.<br /><br />Esta semana caminando por las calles de Providencia me di cuenta que no puedo tolerar pasar por debajo de los cables de soporte del tendido eléctrico. Alguna vez escuché el mito urbano el cuál decía que eso daba mala suerte. Más aún si se trata de escaleras puestas en las tiendas, que por lo general usan la mitad de la vereda, tampoco puedo pasar por debajo de ellas. Me podré arriesgar a pasar por la calle transitada arriesgando más de algún bocinazo, sin embargo, me sentiré complacido del hecho de respetar el no transitar bajo una escalera. Dicen que da mala suerte.<br /></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><br /><br />Me tomo la licencia de utilizar el término situación fetichista. Estas situaciones se prolongan aún más para la celebración del año nuevo. No puedo desear un feliz año nuevo si el nuevo año no ha ocurrido hasta el momento, siempre me dijeron que era de mala suerte. Caso contrario era el hecho que la primera persona que debiese abrazar sea del sexo opuesto. Llegada la hora exacta mientras todos se abrazan para desearse un feliz año, me puedo hacer el desentendido si la persona que se aproxima es un hombre, no lo abrazaré. Tengo que cumplir, año tras año, la costumbre de abrazar a una mujer para esta festividad antes que el resto de las personas con las cuales me rodeo.<br /><br />La nana de un buen amigo siempre nos decía que mascar chicle hacía mal. Te dejaba la mandíbula endeble, y apuntaba a la gente que “se le salía el cajón” fue víctima del consumo diario de chicle. Luego seguía argumentando que la composición de la goma de mascar está conformada por tripas de cerdo que “luego le ponen colorantes y con eso se forma el chicle”.<br /><br />Así las mañas, costumbres buenas o malas y fetichismos siguen. Sigo creando mi propia sugestión. La última que encontré fue el último día de universidad. Hace un par de semanas esperaba el resultado de un examen. Los minutos pasaban, y tenía que estar acompañado de un cigarro para seguir la espera. Como no tenía cómo encender los cigarros, le pedí a una niña cara conocida de Viña que me prestara su encendedor, fueron unas cuatros veces las cuales solicité que me facilitara su encendedor, había que prender un cigarrillo tras otro, con el paso de los segundos la espera se hacía más intensa. Logrado el resultado recordaba su encendedor fluorescente color verde. Tenía que reconocer ese hecho ¡Ha nacido un verdadero fetiche! En ese mismo día quise ese encendedor, pues creí que me traería recuerdos después. Ese encendedor me iba a recordar que ese preciso día era un día bueno. Seguiré en busca de días buenos. Son fetichismos de un ser normal, no me malinterprete, claro. </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-77279568425075001442010-11-12T00:00:00.002-03:002010-11-13T11:57:35.414-03:00Episodio 34: La logia<div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span> </div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Comienzo esta historia con la inquietud acerca de cómo se escribe realmente esta palabra inserta en el vocablo inmobiliario: «<em>La logia</em>». Estás en Viña del Mar, son los últimos días de febrero, el verano presenta una leve retirada, comienza el «<em>Festival de Viña</em>», no tienes entrada para ir. Sin embargo estás en la ciudad y, al no ser grande, sí puedes escuchar el ruido de lo que allí ocurre.<br /><br />Me preparo un café, quedan pocos días para volver a la rutina anual, ese marzo que nadie quiere que se apresure en aproximarse, pero que al precederlo el mes más corto del año, su aparición es inminente. Cerca de mi casa se pueden escuchar los ruidos de las presentaciones del festival. Para todos los que vivimos en los alrededores de la Quinta Vergara, un detalle es ostensible: en el primer día de este evento, los fuegos artificiales que ve en su televisor son sobrepuestos, éstos los tiraron el día anterior.<br /><br />Desplazándome por los rincones de mi casa, encuentro un lugar para fumar. Pretendo evitar el humo del cigarro para no molestar. Abro la puerta de la cocina, luego sigo y me encuentro con esto: La logia. Sólo tengo que cerrar la puerta trasera de la cocina y otra puerta de la pieza de servicio y el lugar es mío. Al interior de éste está la lavadora y la secadora, un tendedor de ropa y un fregadero; el resto del espacio está disponible. Abro la ventana para fumarme un cigarro, y comienzo a descubrir este –hasta ahora- anónimo lugar de la casa. Está a mi merced, quedé de fumar ahí antes de irme a dormir. Así fue como en el primer día podía ver al fondo como los gritos, las luces y más gritos del festival hacían gala en una noche de febrero. Al día siguiente lo mismo, hasta el último día con el cierre. Luego, seguía en mi ya nueva adquirida tradición el fumar cigarrillos en la logia. Podía ver que era el mismo escenario, la calle de al frente, la Quinta Vergara de marzo, esa que permanecen con una solemne quietud esperando para el próximo año ensordecer nuevamente con ruidos de artistas que visitan esta ciudad. Seguimos, y en abril el cuento es el mismo, y así sucesivamente. Había adquirido un espacio, un hábito, la logia era mía.<br /><br />Luego empecé a acompañar mis jornadas con música, desde el mismo. Las noches de estudio también estaban acompañadas de una visita a la logia para mirar el ambiente. Quizá se pueda objetar ese hecho, debido a que en cada vista físicamente se ve lo mismo. Calle, césped, vereda, las azoteas de uno que otro edificio, un cerro lejano lleno de puntitos con luces; pero la percepción es errónea. Cada día se ve algo distinto. Cada hora la vista cambia, también varía con los estados de ánimo que tenga. Así podía ver a las cinco de la mañana como el sol aparecía con una luminosidad verde, espléndida. Podía ver las tardes lluviosas, primaverales, estivales en general. Para navidad y año nuevo lo mismo.<br /><br />Me llama la atención el toque humano, que los lugares estén ahí y que nosotros actuemos para darles forma. Así es como en una simple logia puede contarse una historia, de esos tres años en que estuve ubicado por las noches antes de irme a dormir. Se hace historia que está siempre presente. Luego de ésta quedan vestigios o pistas, en este caso una simple, quemaduras de cigarrillos en el marco del ventanal ¡una historia queda impresa! Así como grandes historias en otros espacios, en palabras de <strong>Francisco Mouat</strong> «…las historias encuentran, tarde o temprano, su particular forma de ser narradas». </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-13909878668665543722010-10-23T18:45:00.004-03:002010-10-24T22:45:31.164-03:00Episodio 33: No le entran balas (La empleada del mes)<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>«Para la gente feliz, para aquella que no le entran balas»<br /><br /></em><br />La semana pasada, a la hora del almuerzo, me encontraba camino hacia un local de comida rápida cerca de la avenida Providencia. Como estaba la expectación y posterior júbilo de muchas personas por el rescate minero, la tarde santiaguina era notoriamente tranquila. Al entrar a la tienda de comida, hago la fila como es de costumbre. Dos personas estaban antes que yo, por lo que la atención sería rápida.<br /><br />Mirando el entorno del local, aparte de los anuncios publicitarios, a mi izquierda permanecía pegado un cartel con el empleado del mes de septiembre. Un gran estímulo laboral. En él aparecía sólo la fotografía de una mujer. Debió haber tenido unos 26 años, de contextura gruesa, tez morena y una leve sonrisa. Precisamente pocos segundos después la misma mujer me tomaba la orden. Pese a tener en el lado izquierdo de su pecho una chapita con su nombre, no pude darme cuenta de él.<br /><br />En mi reacción pude coincidir de forma rápida la cara de la mujer que me atendía, junto con la mujer de la foto. Era ella, estaba parada con una sonrisa de lado a lado, de voz dulce, amablemente tomaba mi pedido. Esto me resultó curioso. Pude leer entrelíneas que la mujer estaba tranquila, que la sonrisa probablemente no haya sido una de las tantas que tiene que mostrar diariamente en el mismo lugar. En mi espera escuchaba una canción de Vicentico «Soy feliz», lo cual hacía retratar el momento de manera aún más curiosa.<br /><br />Entre el tumulto de clientes y empleados de la tienda, los primeros, impacientes de que su orden sea cumplida de forma rápida, los segundos corriendo de un lado a otro haciendo lo posible por aprovechar cada segundo de espera. Entre el personal, algunas mujeres que atendían estaban confundidas y se preguntaban insistentemente qué bebida quería Perico que con mirada insulsa apreciaba la objetable lentitud de la atención. Otros tipos tratando de envolver de mejor manera la comida ordenada, corriendo con vasos en las manos, sacando condimentos, renovando estos últimos. Sin embargo, la mujer que me atendía permanecía tranquila, moviéndose de forma normal por el pasillo. Pude apuntar su extremada ocurrencia, el equivocarse de tamaño de un vaso de bebida, donde resolvía estos detalles con rápidas reacciones. Lo hacía con una agilidad que debió haber sido uno de los argumentos por los cuales era empleada del mes. Y lo sentí así, quizá hacía repetir en su inconciente que ella –y sólo ella- era la empleada de ese local de comida rápida por el mes de septiembre. Que su foto permanecería durante todo el mes de octubre sin derecho a que sus pares, pese a la envidia, puedan hacer nada.<br /><br />Sentía su botón de pausa, mientras todo el personal del restaurante se movía apresuradamente ella estaba tranquila, sin hacer mal la pega. Inevitable era agregarle la canción de Vicentico de fondo: «Soy feliz, ya no me queda tiempo para sufrir». Su panorama pudo haber sido violentado producto que uno de los clientes bajó del segundo piso y acusó a uno de los empleados del local su maltrato. El señor estaba en el baño, y al increpar por el mal servicio recibió una “sacada de madre” del empleado que, posteriormente, se esconde en un pasillo donde sólo el personal de la tienda puede circular. El señor, de unos 50 años, estaba enfurecido, decía que el tipo lo había ofendido y que luego corrió hacia el pasillo. Decía que esperaría cuanto fuere necesario, obviamente, para él, su honra había sido ofendida.<br /><br />Pese al panorama del señor rabioso, el empleado tincado que ofendió y se escapó; el resto de los trabajadores de la tienda se detuvo por breves minutos para ver lo que había ocurrido. Sin embargo, la mujer que me había atendido seguía en su andar, haciendo la pega de forma tranquila como si el hecho no hubiese ocurrido. Como si el cúmulo de chuchadas entre el cliente embravecido y los empleados que no podían hacer nada, fuera un simple detalle pasajero.<br /><br />Ahí me seguía dando cuenta de su felicidad. Del ser empleada del mes, del moverse y tirar bromas sin dejar de hacer bien su trabajo. Y qué buen mes debe ser para ella, porque es feliz, porque no le queda tiempo para sufrir, porque si no tiene argumentos para eso, para qué buscarlos. ¿Por qué no dar espacio a la felicidad? Ese camino que sus pares todavía se nota no encontrar. A ella no le entran balas. </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-13040860883568737882010-09-25T08:00:00.005-04:002010-09-25T20:17:37.857-04:00Episodio 32: La Pasión<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>«<strong>pasión.</strong><br /><strong>1</strong>. f. Acción de padecer. <strong>2</strong>. f. por antonom. pasión de Jesucristo. <strong>3</strong>. f. Lo contrario a la acción. <strong>4</strong>. f. Estado pasivo en el sujeto. <strong>5</strong>. f. Perturbación o afecto desordenado del ánimo. <strong>6</strong>. f. Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra persona. <strong>7</strong>. f. Apetito o afición vehemente a algo. <strong>8</strong>. f. Sermón sobre los tormentos y muerte de Jesucristo, que se predica el Jueves y Viernes Santo. <strong>9</strong>. f. Parte de cada uno de los cuatro Evangelios, que describe la Pasión de Cristo».<br /></em><br /><br />Mi fallecido abuelo Pedro, confeso seguidor del club de fútbol Ñublense. Equipo de su ciudad de origen, Chillán. Eran tiempos donde el fútbol, como actividad profesional, no era tomado en serio. Los estadios eran verdaderos peladeros. Las gradas eran de endebles trozos de madera, unidos por pernos en no mejor estado. La pintura de las aposentadurías brillaba por su ausencia. El cuidado era escaso. Con fortuna se podía encontrar alguna caseta de transmisión radial, donde algún comentarista empedernido por el deporte más popular del mundo, podía relatar lo que ocurría. Eran tiempos en que el cuadro chillanejo soñaba con jugar en la primera división del fútbol profesional chileno.<br /><br />Mi abuelo seguía los encuentros. El estadio de Ñublense, llamado hasta nuestros días Nelson Oyarzún Arenas, no es un recinto donde los grandes equipos caigan; recordado es en la ciudad de la octava región el triunfo por dos goles a cero frente a Colo-Colo ocurrido hace dos décadas atrás. La historia cuenta que Oyarzún, antiguo técnico del cuadro de Chillán, un histórico que antes de morir les pidió a sus jugadores que ganaran el próximo encuentro, petición que fue cumplida por éstos. A don Nelson le llamaban “El Consomé”, porque ordenaba a sus jugadores tomarse un consomé antes de cada partido. Remedio preciso o cábala. El estadio lleva su nombre, el del técnico y asistente del entrenador que llevó a la selección chilena de fútbol al tercer puesto de una copa del mundo, Fernando Riera.<br /><br />Como en todo aspecto de la vida la pasión aparece en este ámbito. Es tan humano aferrarse a las cosas, darle un valor afectivo adicional. Encariñarse con algo que, desde otros ojos es sólo “algo” que es parte de un todo. Para mi abuelo, Ñublense era un buen pretexto como para visitar su estadio, aunque el equipo fuese en segunda o tercera división. Era su pasión, una buena razón para ver jugar al cuadro de su ciudad. La pasión se agudizaba aún más en los partidos con lluvia, donde los pocos espectadores que visitaban el Nelson Oyarzún se empapaban al intentar ver a su querido equipo jugar durante noventa minutos con una cancha barrosa, y el público empapado pidiendo clemencia a la madre naturaleza, a ella de inciertas decisiones. Con esa sensación que “se cae el cielo”, Pedro veía a su querido equipo. Era tanto el frío y el agua, que en el entretiempo se iba a su casa y volvía con ropa seca para disfrutar del segundo tiempo. Pasión y punto.<br /><br />Hoy, en un mundo atestado de triunfalismos intrascendentes. En que el término es malformado por disparos entre barristas, hinchas en centros de asistencia médica, microbuses maltrechos por la acción primitiva e injustificada de los mismos hinchas que dicen tener esa misma pasión. <strong>Lo invito a comparar</strong>.<br /><br />Y es quizás la exageración del término. Que el sólo hecho de comenzar a seguir un equipo del gusto de cada cual se haya transformado en pasión. En una inexplicable pasión, en un uso indiscriminado de la palabra. Justificando a los violentos, obtusos e ignorantes. Justificando frustraciones personales. Olvidándose que el fútbol se gana con goles, con la simple fórmula que una esfera de color predominantemente blanca traspase una línea del mismo tono. Quizá se olvidaron de todo, utilizando a este deporte como posible fuente para depositar rabia y odio, los peores sentimientos de un ser humano.</span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-26828704362925481582010-07-31T08:00:00.011-04:002010-08-19T00:14:22.495-04:00Episodio 31: Redes sociales poco sociables<div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;">Todos somos víctimas y victimarios. Hace un par de días que me informo que en China, se han realizado estudios que aseguran que el consumo de internet aumenta el porcentaje de padecimiento de depresión. La noticia era empalagosa ¿Cuántas horas de internet consumimos día a día?<br /><br />Sobre el e-mail, está <strong>Fuguet </strong>quien<strong> </strong>cuenta su historia sobre cómo dejó como costumbre a un “mal necesario”. En la crónica habla acerca de la manera en que se contacta con un amigo suyo, para saber, sólo si estaba vivo. En un diálogo que, a simple vista, al lector le parece absurdo y frío; Fuguet cuenta su verdad. Así como, a su vez, deja en claro su alejamiento de los mensajes electrónicos. Aquí, para mí, nace la idea de propender la antigua costumbre de la epístola, esa tangible, la que se percibe.<br /><br />Con tanto mensaje electrónico, emoticón barato, repetitivo, masticado y poco original; la epístola, la carta que se deposita en el buzón de correos, cobra su sentido más nostálgico. No me parecería extraño si a usted le causara una grata impresión el recibir en la puerta de su casa una carta, escrita en puño y letra de quien la emite. Un gesto o un abrazo a la distancia que se convierte en letras, vertidas de la más noble intención, dirigida hacia el ser querido.<br /><br />En los últimos años, en otro compendio de ideas acerca del mundo web, encontramos las redes sociales, junto al recocido cúmulo de crónicas, críticas o noticias que en ellas se informan. Que una de ellas, la de logo azul de fondo y letras blancas, mostraba su génesis. En que unos cuántos mortales de una prestigiosa universidad de Estados Unidos se conectaban para intercambiar mensajes, entre otros datos. De la anécdota de su creador, un complejo nerd que decidió echar andar este motor que no ha parado. Sea tenebroso como el mismísimo <strong>Frankenstein</strong> o noble como una <strong>Cadena de Favores</strong>, este medio ha logrado dejarnos a todos pendientes de lo que uno de nuestros seres queridos -y de lo no tanto-, hagan. Farándula pura en la pantalla de su computador ¿Cuántos ingresarán para saber la vida del otro? ¿Cuántos otros ingresaron simplemente para no quedar fuera de los temas de conversación coloquiales? ¿Cuántos sólo ingresaron para no salir perjudicados con algún mensaje, alguna abominable foto de su persona que los difame o simplemente por miedo? Aquí es donde el factor vanidad/miedo abunda en las mentes de unos cuantos.<br /><br />Luego están otras redes como la de la palomita icónica que tienen a muchos –entre los que escribe- locos por su sinsentido, que se matiza, con el argumento que la “información llega más rápido por este medio”. Luego un sinfín de otras redes que abarcan todo el plano ya visto de internet ¿Qué nos queda después de todas estas invenciones?<br /><br />La deshumanización, querámoslo o no. Es lo que nos queda producto de estar sentados como pergeños frente a un computador, pensando que toda la vida transcurre mediante ese aparato y no en el mundo real, como sentarse en una plaza, cerca del mar. Leer un libro en una cafetería. Comentar con el vecino el detalle ínfimo que haya pasado en el barrio. Saludar al conserje, pasear al perro, o simplemente el hecho de caminar por caminar, para regocijarnos y gritar al cielo ¡Estamos vivos carajo! </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-13223096051609590222010-07-17T08:00:00.005-04:002010-10-24T22:51:18.157-03:00Episodio 30: Café Journal<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>«Este es el episodio treinta»<br /></em><br />En Viña del Mar, ya iba la tercera jarra de cerveza que compartía en compañía de mis cercanos. Es el Café Journal, la noche de un viernes. Con el rubor de nuestros rostros permanecíamos ya acalorados por la cantidad de cerveza digerida. El cenicero sobre la meza atestiguaba una noche larga. Ya en mi enésimo pucho, lo miraba fijamente, pensaba en qué placer me podía dejar fumármelo si ya no sentía el humo que ingresaba a mi cuerpo. Sin embargo, iba a mitad de camino y la misión era quemarlo por completo. Con su precio actual, dejar un cigarrillo medio consumido es casi un lujo que pocos se pueden dar.<br /><br />Luego de hablar cada uno de nuestras vidas, dio pie para mirar el entorno. El Café Journal es una casa antigua. Una de las pocas que van quedando en la calle Álvares, en el cruce con Agua Santa. Da pie, además, para hacerse la idea de lo que fue realmente esa ciudad en sus años dorados. Un balneario inhóspito, exclusivo; de un curtido y tallado estilo inglés.<br /><br />Destacan dentro de su estética, innumerables recortes de diarios, revistas y carteles cinematográficos de épocas pasadas. Banderas de embarcaciones, que hacen recordar que estamos próximos al puerto de Valparaíso, y uno que otro aviso rimbombante y colorinche tapiando la idea de que el sitio esté pasado de moda. El Café Journal es un clásico para muchos.<br /><br />En el primer piso del local, existe un gran cuadro de un grupo nacido en la ciudad: Los Jaivas. Entre el griterío, los cigarrillos, los pitcher de cerveza y una que otra risa; aparece esta imponente obra, retratando de armónica forma al grupo de la <em>ciudad jardín</em>.<br /><br />El cuadro tiene por autor a don Fenelón Guajardo López, el Charles Bronson chileno. El año 2004 Francisco Mouat, periodista, va de visita hacia su casa en Viña del Mar. Para su sorpresa la entrevista no fue unipersonal sino más bien familiar. Ahí es donde don Fenelón de cuidados 82, cuenta sobre su mayor afición: La pintura: «Pero mi obra mayor es esta otra: el mural del Café Journal de Viña. Este cuadro cuesta como cinco millones de pesos, y los pintores de la zona me han felicitado. Vea: aquí está el dueño del negocio, aquí el Gato Alquinta, aquí un periodista que se llama Telmo Aguilar, aquí la Juanita Parra, aquí el otro Parra, aquí Álvaro Mutis. Fíjese en el brillo del vaso porque se le acabó el vino, ¿le gusta mi cuadro?”». Mouat, ante la pregunta, le responde que sí. Y es poco probable que un cuadro de tal calidad aparezca desapercibido entre los visitantes que diariamente acoge el Journal.<br /><br />El cuadro arranca una historia. La de ese grupo que se formó en esa misma ciudad, Viña del Mar, el año 63. Y que, pese a parecer una fecha lejana, los integrantes de Los Jaivas aparecen retratados con total espontaneidad compartiendo como si fuese ayer, haciendo lo que muchos hacen en ese café. El cuadro arranca además la historia de un chileno que, décadas atrás, se presenta a un concurso de los Sábados Gigantes, con la convicción de ser el Charles Bronson chileno, por su apariencia desafiante, su desplante rebelde y su bien cuidado bigote.<br /><br />Habrá que ir más seguido para ver si nos encontramos con otro hallazgo, otro que arranque historias, crónicas, comentarios o cuñas.</span> </div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-60040361984275624642010-06-19T08:00:00.001-04:002010-07-06T22:42:43.188-04:00Episodio 29: Dichos futboleros<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><strong>«Entró hasta la cocina»</strong> Entrar hasta la cocina es sinónimo de pasar por encima a los diez jugadores de cancha. Entrar hacia el área chica y concretar un gol. Que, en el peor de los casos, puede ser una oportunidad errada que luego quedará entre las "chambonadas” del encuentro. Puede ser un festejo o una tomada de frente explicando lo inexplicable, por qué esa jugada no se convirtió en gol.<br /><br /><strong>«Le pegó con el diario»</strong> Pegarle al balón con el diario es sinónimo de un tiro errado. Fuerza y precisión son factores que son tomados en cuenta en su conjunto, más aún lo primero. Pegarle con el diario, es imaginarse la situación literal de un tiro manso hacia las manos del arquero o simplemente desviado fuera de los tres tubos metálicos que conforman un arco. Sólo intente empujar un balón con un diario.<br /><br /><strong>«Lauchero»</strong> Este es el arquetipo de un delantero que permanece adelante, siempre. Los laucheros son más comunes en las pichangas de barrio, donde no existen árbitros guarda-líneas que cobren fuera de juego. Sobre esto último, es un concepto difícil de entender por muchas personas.<br /><br /><strong>«Comilón»</strong> No es cuestión de peso, calorías o porcentaje de grasas saturadas. Este tipo de jugador es el que no piensa el fútbol colectivamente. La ocasión propicia puede ser seguida por un compañero a pocos metros, a veces a centímetros, pero el comilón tiene que hacer valer su condición y no da un pase a uno de los suyos que, en el mejor de los casos, no recibe marca de algún jugador del equipo contrario. El título<em> comilón</em> se lo otorgan sus compañeros de equipo al ver que ha errado una oportunidad que pudo ser aprovechada de mejor manera pasándole el balón a otro en mejor posición, sin embargo, no lo hace. El comilón que sigue en su senda “comilona” puede recibir el título perpetuo de “comido”. Que muchas veces limita a que sus compañeros le den el balón a sus pies, porque el comilón deberá morir con la suya. Las condiciones de "comilón" y "lauchero" se pueden reunir en una sola persona.<br /><br /><strong>«Ratón»</strong> El equipo ratón es aquél ultradefensivo. Para los que gustan de un fútbol vistoso, este arquetipo futbolero no será agradable. En Italia se conoce como catenaccio, una trampa mortal. Donde defensores, medio-campistas y delanteros se confunden para llenar su propia área y así lograr el objetivo de no sufrir un gol por parte del equipo rival. Lo de ratón es notorio, baste ver algún episodio de la serie Tom y Jerry, donde este último se escondía en su ratonera; pues bien, en este caso la ratonera es el arco. Este concepto puede ser entendido también como aquél equipo que se “cuelga del arco”, aquí hay que imaginar a los once hombres colgados del travesaño metálico de la portería, con el fin de mantener el marcador en cero. Por lo general, estos equipos ratones buscan mantener el empate y con mucha astucia podrían conseguir la victoria.<br /><br /><strong>«Concentrados»</strong> Jaime Bayly escribe al respecto <span style="color:#ff6600;"><strong>“Si un futbolista "está concentrado", no significa que está pensando, meditando o reflexionando, sino que se encuentra durmiendo fuera de su casa, en un hotel”</strong></span>. La expresión suena a campos de reflexión como la rutina de los monjes trapenses, pero que sin duda, es un término en sentido figurado.<br /><br /><strong>«Calificar»</strong> Un <a href="http://ensayoserraticos.blogspot.com/">errático</a> concepto que muchas veces se confunde. En especial en México, calificar significa pasar de ronda en un campeonato. Lo que el resto del mundo entiende con el término clasificar, ellos lo entienden como calificar. Un equipo puede no clasificar siendo muy calificado.</span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><br /><strong>«Timorato»</strong> El cliché de muchos periodistas que quieren rememorar relatos de uruguayos como don Mario Benedetti o Eduardo Galeano. En Chile en este ámbito se recuerda al difunto Julio Martínez, quien con un excelso lenguaje lograba darle mayor condimento a un relato. Recordado es su <strong>“justicia divina”</strong> en el mundial de fútbol de Chile en 1962. El periodista que usa el término timorato, probablemente, quiera llegar a ser como los personajes recién citados, sin éxito.</span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-69261423200478604992010-06-12T08:00:00.011-04:002010-06-25T01:58:16.997-04:00Episodio 28: Ideas inconexas (Mundial Sudáfrica 2010)<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>«Eduardo Galeano se atrinchera en su hogar de Montevideo para ver "el juego bien jugado" del Mundial»</em></span><br /><br /></div><div align="right"><span style="font-family:arial;"><strong>Diario "El País", 12 de junio de 2010<br /></div></strong></span><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><span style="font-family:arial;"><div align="justify"><br /><br />Cuando <strong>Santiago Cañizares</strong>, entonces arquero español, supo de su lesión, remeció el mundo del fútbol. Estaba listo para abordar el avión junto a la selección de fútbol española que los llevaba al <strong>Mundial Corea y Japón 2002</strong>. <a href="http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/mundial_2002/newsid_1989000/1989420.stm"><strong><span style="color:#ff6600;">Un mísero frasco de colonia le cayó sobre el pie</span></strong></a>. Envase que, al quebrarse, logró cortarle un pequeño tendón. Detalle suficiente para dejarlo fuera de la justa mundialista.<br /><br />La suerte del árbitro <strong>Pablo Pozo</strong> no es desigual. Junto a todo el comité de árbitros, se encontraba el juez de nacionalidad chilena. Trotaba junto a todos, probablemente compartió experiencias con sus pares de todo el mundo. En una actividad recreativa, Pozo, supongo que de muy buen ánimo, jugó animosamente un partido de voleibol. Para la sorpresa de muchos, se esguinzó un tobillo. <strong>La consecuencia, se pierde toda la primera fase del campeonato mundial 2010</strong>. Detrás de su lamento, se esconden lúgubres recuerdos de jornadas de instrucción sobre las reglas arbitrales del juego. Pasando por clases de inglés y una adecuada preparación física. Sin embargo todo resultó distinto a lo esperado.<br /><br />Para la cantante <strong>Shakira</strong> la suerte es dispar. Hoy la canción del mundial es un tema no menor. Pocas han sido las que han quedado para el recuerdo. <strong><span style="color:#ff6600;"><a href="http://www.youtube.com/watch?v=qQQa5AZ9-ec">«La Copa de la Vida»</a></span></strong> de Ricky Martín es una de ellas. La cantante colombiana logró inmiscuirse entre los competidores, como el cantante español <strong>David Bisbal</strong> que con su insípido tema <strong><span style="color:#ff6600;">«</span></strong><a href="http://www.youtube.com/watch?v=vm7lCrWlujs"><strong><span style="color:#ff6600;">Waving Flag</span></strong></a><strong><span style="color:#ff6600;">»</span></strong> era el candidato a adjudicarse el trofeo de “Canción oficial del mundial de Sudáfrica”. Shakira, <a href="http://blog.latercera.com/blog/mjurgensen/entry/waka_gu%C3%A1cala">con poco pudor</a>, tomó un tema de un grupo cualquiera, logró darle algunos retoques contemporáneos pseudo tribales, pseudo africanos; la base pop del momento y lo consiguió. Su tema <a href="http://www.youtube.com/watch?v=-qmB4ZZF_uA"><strong><span style="color:#ff6600;">«Waka-Waka»</span></strong></a> es el fiel reflejo del poco esfuerzo, un ligero movimiento de caderas y una coreografía que hace recordar al grupo <strong>Los del Río</strong> con su tema <a href="http://www.youtube.com/watch?v=sN62PAKoBfE"><strong><span style="color:#ff6600;">«Macarena»</span></strong></a> y nada más. Como el plato único del menú que estás obligado a degustar.<br /><br />Los canales de televisión chilenos hacen sus notas <em>divertidas</em>. <a href="http://charlatecnica.cl/2010/06/en-torno-al-mundial-iii-los-enviados-especiales/"><strong><span style="color:#ff6600;">Los enviados especiales</span></strong></a> son los “<em>envidiados</em>” por millares de hinchas deseosos de estar en su posición. Estar en el lugar que todo el mundo del fútbol quiere estar. Tener viáticos generosos, estar todo el día reporteando asuntos que a nadie le incumben y decir que están “<em>cansados y atareados de la labor empeñada</em>”. Siendo que, para muchos, pasearse de un lugar a otro, compartir experiencias con colegas de la misma profesión de todo el mundo, tener entradas a los principales partidos y ser testigos en primera persona de los mismos, es un regalo caído del cielo.</div><div align="justify"><br />Este tiempo, donde la sobreexcitación de los fanáticos de este deporte es provocada por el bombardeo de información a toda hora. En desmedro de las personas que no gustan del fútbol, quedando en un segundo plano.<br /><br />Las tiendas ofrecen «<em>créditos mundialeros</em>». Televisores de «<em>alta definición</em>» para el fetiche de ver 270 minutos de fútbol por cada equipo participante como mínimo. Promociones mundialistas de todo tipo. Celulares con televisión para no perderse ningún detalle de lo que ocurra en el continente africano. Centenares de descuentos, algunos sin conexión alguna hacia el deporte en cuestión. Ofertas de supermercados con rebaja en el precio de las carnes, para tener asados a las siete de la mañana donde el cuerpo no pide proteínas ni grasas, simplemente una liviana merienda. Y para los más entusiastas, el cotillón; productos que, luego de este tiempo, quedan fondeados en el lado más recóndito de la bodega.<br /><br /><strong>¿Qué relación tienen los párrafos anteriores?</strong> El fútbol; sí, el mismo. Donde una pelota trasciende todo. Donde provoca el mejor de los sentimientos de algunos y la cólera irascible de otros. Pero todos debemos entender que, al final del día, el equipo que haga más goles, gana. </span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-83536319593946633222010-06-05T08:00:00.009-04:002010-06-08T20:31:46.583-04:00Episodio 27: La cita predilecta<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>«Él es Gabriel, él no es nada…»</em><br /><br />Hace casi dos años, estaba en el avión de vuelta desde la ciudad de Punta del Este hacia Santiago. Cruzando el Río de la Plata. Como el trayecto era sólo de casi 3 horas, tenía el tiempo suficiente para terminar de leer <strong>El Túnel</strong> de <strong>Ernesto Sabato</strong>. Muchas fueron las citas que anoté al leer el libro, sentía que Sabato hablaba a través de su obra. El físico de profesión, estaba inmiscuido dentro de su protagonista, Juan Pablo Castel, un tipo extraño, desencantado de la propia vida. Voraz, crítico y sencillo. La derrota estaba presente en su diálogo, haciéndole guiños a la realidad.<br /><br />Con la música del grupo <strong><a href="http://www.bajofondo.com/">Bajofondo</a></strong>, músicos rioplatenses, algo adecuado para seguir en mi intención de finalizar el segundo libro que llevé para ese viaje, saqué algunos pasajes que dieran lugar a algún comentario personal. Ahí fue donde me encontré con una cita portentosa. <strong><span style="color:#ff6600;">«Realmente, en este caso hay más de una razón. Diré antes que nada, que detesto los grupos, las sectas, las cofradías, los gremios y en general esos conjuntos de bichos que se reúnen por razones de profesión, de gusto o de manía semejante. Esos conglomerados tienen una cantidad de atributos grotescos: la repetición del tipo, la jerga, la vanidad de creerse superiores al resto»</span></strong> La desazón en el diálogo se hace latente, pareciese como si don Ernesto Sabato nos estuviera relatando algún pasaje de su historia personal como su desencanto por su dirección política emprendida, en especial su deserción del Partido Comunista. Quizás otros pasajes nos hablen de su abandono de las ciencias exactas o cuando se juntaba junto a su círculo de amigos a idear «<em>cadáveres exquisitos</em>».<br /><br />Sin embargo, dicho esto, no pude ubicar la cita perfecta. Era una declaración de principios del escritor argentino. Algo tan revelador que el texto debía girar entorno a aquella cita, ésta no merecía ser un somero acompañamiento de alguna idea fundante.<br /><br />Lo intenté, en muchas ocasiones, alguna vez vi en un mismo espacio a muchos jóvenes pertenecientes a juventudes de partidos políticos. Hablando del «<em>tú eres de derecha y tú eres de izquierda… ¡Miren quién viene llegando…el “radical”!</em>». Miraba impaciente, alguna vez fui a uno de estos encuentros de jóvenes políticos, caso en el cual fui invitado sin advertirme que era un encuentro de esta índole. Un buen amigo me dijo que había cerveza gratis en el <strong><a href="http://www.cafejournal.cl/">Café Journal</a></strong>, la palabra “invitación” fue un motivo suficiente para ir con un buen amigo a beber algo y conversar sobre las nimiedades de cada cual.<br /><br />Llegando me encontré frente a un grupo de jóvenes políticos, futuros <em>cracks</em> de la demagogia, según algunos; esperanzas de un futuro próspero, para otros. Así fue como me encontré con mi amigo, no estaba él nada más, en la cita estaba presente otro amigo de la infancia, daba la coincidencia que escucháramos a la edad de 6 años cassettes de <strong>The Beatles</strong> en su casa. Así fue como, mientras tomaba mi cerveza por cortesía, llegaron otros aliados de un partido político <em>amigo</em>. Cada uno de nosotros, sentados en la mesa, fue presentado con nombre, obviamente seguido del “<em>también es del partido</em>”. Aquí comenzó lo decidor: Cuando fue mi turno fui presentado con un “<em>Él es Gabriel, él no es nada</em>”.<br /><br />Fue en este punto donde la cita predilecta de Juan Pablo Castel, junto a lo anterior, eran dinamita. Detonante de conflictos. Una cita interesante, debatible, sencilla y directa. Magnífica por sí misma, un as bajo la manga, una granada a la mano en algún bolsillo cercano. Es la <span style="color:#ff6600;"><strong>cita predilecta</strong></span>, que con el paso de los años, sigue vigente.</span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6120203637699985448.post-59104586085850545642010-05-22T08:00:00.016-04:002010-06-02T15:46:21.207-04:00Episodio 26: Releer: Catch 22<div align="justify"><span style="font-family:arial;"><em>«paradojo, ja.<br />(Del lat. paradoxus, y este del gr. παράδοξος).<br />1. adj. desus. paradójico.<br />2. f. Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas.<br />3. f. Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera.<br />4. f. Ret. Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción. Mira al avaro, en sus riquezas, pobre»</em><br /><br />Si tuviera la oportunidad y el tiempo ¿Volvería a leer un libro ya leído? Me pasó hace un par de días. Un buen amigo me pedía un libro bastante interesante: <strong>“Catch 22”</strong> del escritor <strong>Joseph Heller</strong>. La casualidad dio para ver la historia de cómo lo encontré. Al pedirme prestado el libro y poder intercambiarlo, nació en mí las ganas de volver a revisarlo de nuevo, releerlo una vez más.<br /><br />Dentro de un mar de ideas y frases que contemplan una suerte de collage fonológico que conservo en la memoria. Recordé que alguien, durante estos días, me planteó el hecho que ocurría con el leer libros y el estado de ánimo en el que uno se encontraba en ese tiempo, lo que se estaba pensando; las alegrías, penas, amarguras, desenfrenos, que se estuviesen viviendo en el momento preciso en que se toma una obra. Aquí nació mi interés por leer el libro de Heller por segunda vez.<br /><br />Mi primer encuentro con aquel libro nació hace un año atrás. Escuchaba el tema <strong><a href="http://www.youtube.com/watch?v=O5gz2d6BbaE">Walking Contradiction</a></strong> de la banda estadounidense <strong><span style="color:#ff6600;"><a href="http://potq.cl/2010/05/23/confirmado-cristal-en-vivo-presenta-a-green-day-en-chile/">Green Day</a></span></strong>. Me llamó la atención que en un pasaje de la canción apareciera la frase: «<em>Constant refutation with myself / i'm a victim of a catch 22</em>». Quería investigar acerca de, la entonces, incoherencia que suscitaba para mí la palabra “atrapar” junto con el número veintidós («<em>catch 22</em>»). Suponía que era un término inglés no traducible de forma literal. Así fue como comencé a buscarlo, debía encontrarle el sentido a lo anterior. Dentro de lo que logré averiguar acerca de esto, fue que catch 22 hacía alusión a una paradoja. El libro tenía que ser leído para entender dicho término fundamental y así acallar mis dudas sobre lo anterior.<br /><br />Catch 22, fue un libro de un muy difícil encuentro. Los encargados de las tiendas no podían encontrarlo a través del catálogo en sus computadores. Mi búsqueda siguió adelante, en los libros usados, nuevamente mi misión había sido un rotundo fracaso. Finalmente tuve que encargarlo. El desasosiego posterior luego de haber cumplido el objetivo de tenerlo era grande. Pasado una semana el encargo había llegado. Tenía “Trampa Veintidós” entre mis manos, podía dilucidar mi curiosidad antojadiza.<br /><br />Esta gran paradoja, se situaba en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Pilotos para no ir a combatir en sus aeronaves podían excusarse alegando demencia, al hacerse los locos no irían al combate y evitarían la guerra. <strong>Así es como un ser humano tiene que ser lo suficientemente inteligente para ser/parecer un hombre lo suficientemente loco</strong> (catch 22).<br /><br />Leer este libro, significó en mí un cambio en el mensaje. Así es como el punto de vista de una obra en particular cambia porque también cambiaron las circunstancias del tiempo en que uno vuelve a tomarlo. El volver a leer un libro no significa un retroceso en el camino, sino un avance y repaso de lo que se pensaba en ese tiempo. Al leerlo, pude repasar una parte de mí por esos días. </span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"></span></div><div align="justify"><span style="font-family:arial;"><br /><br />Existimos los que no nos molesta ir a vacacionar por segunda vez al mismo lugar.-</span></div>Gabrielhttp://www.blogger.com/profile/00490980989018499990noreply@blogger.com5