sábado, 8 de octubre de 2011

Episodio 45: Pitazo inicial

«A José Urriola (QEPD) van estas palabras»


En Chillán, la noche del pasado miércoles 28 de septiembre en una nueva fecha del campeonato de fútbol chileno, Ñublense se jugaba una de sus finales frente al equipo nortino de Cobresal. Esa misma noche, el equipo chillanejo perdió por dos a cero, lo cual agravó aún más la crisis por descender a la segunda división. 


Fue la noche que esperaba con tanto aliento, para que el equipo repuntara después de tantos malos pasos dados de forma previa que nos hundieron hasta lo más bajo en lo que se puede ubicar un equipo de primera. Mientras los ñublencinos tocaban el balón en el medio de la cancha, pensé con cierta seguridad ingenua que el equipo podía salir de los puestos de descenso. Sin embargo, para mi descontento, Cobresal le propinó dos estocadas mortales, las que provocaron que el paciente siguiera en la UCI igualmente grave. Junto con eso, mi miércoles había finalizado con una retunda angustia. Un libro y música podían ser los elementos que lograsen sobrellevar la frustración de lo que veía en el Canal del Fútbol, nuevamente el equipo de Chillán había sumado una derrota.


La mañana del sábado 2 de octubre en la avenida Vicuña Mackenna, comprando unas camisas en una bodega de notables descuentos, me entero de una triste noticia: Un reconocido hincha de Ñublense de Chillán angustiado por la derrota, había decidido quitarse la vida tras el encuentro contra Cobresal. Ingrata sorpresa. Luego de esto, te sientas y comienzas a reflexionar lo que significa el fútbol para algunos. Imaginar que un seguidor de equipo denominado chico, con una derrota intrascendente para el común nacional, había acabado con su vida. Volví a esa noche en la que sentí una pequeña angustia de lo sucedido, jamás pensaría que más al sur del país alguien pudiese sentir algo peor. Luego de ese suceso llegamos a la influencia del fútbol y la vida.


Parafraseando a Eduardo Galeano el fútbol es una analogía de la vida. Por un lado el paso que das con la pelota en tus pies no necesariamente dará el resultado que esperas. Puedes patear hacia el arco, con toda intención y el balón puede dar hacia las nubes, puede impactar frente al poste del arco o incluso ni siquiera traspasar la línea de meta, sino irse hacia los laterales. En la vida, muchas veces esperas una causa y un efecto lógico, un resultado. Pero, al parecer, como se dice en el sur, «no nos las llevamos tan peladas» y puede que ese intento también no logre ser un gol. Es ahí donde el ejecutante del tiro tendrá que practicar durante la semana para que ese tiro pueda dar donde él mismo quiera. En la vida el esfuerzo y la oportunidad también pueden llevarnos a ese resultado de gol, y tal vez nuestro entrenamiento sea tan depurado que ese ese tiro-gol, se transforme en una obra maestra que uno quiera rememorar cada cierto tiempo. Cuando los padres tomen ese álbum de fotos con tus logros y tu propia alegría. Durante mi tiempo libre y de forma inconsciente, siempre doy con analogías. Sumado por mi interés a la «crónica futbolera», aquella que va más allá de las estadísticas, con Julio Martínez, Galeano y Benedetti entre los cronistas; la vida se asemeja al fútbol y los ejemplos son numerosos.


Logro encontrar en todo esto, una única excepción: uno no decide en qué momento comenzará a vivir; en el fútbol sí, transformando a ese pitazo inicial en un momento sublime, cuando preparas tu energía y concentración hacia ese segundo en que dos sujetos se pongan de acuerdo en iniciar hacer rodar una pelota.