sábado, 26 de febrero de 2011

Episodio 41: Bayly ardiendo

«Javier Garcés piensa que un chileno promedio es tan feo como un peruano promedio y tan mentiroso como un peruano promedio aunque menos haragán que un peruano promedio, pero eso que algunos encuentran meritorio, el espíritu laborioso y pujante y emprendedor del chileno promedio, es lo que a Garcés le inflama o irrita un tanto los cojones»

(Fragmento de Morirás Mañana 2, El Misterio de Alma Rossi)


Cuando llegan noticias desde Perú sobre nosotros, más de alguno acá infla el pecho y salta a atacar de vuelta, como si se ofendiera a la propia madre. Pero es su patria, la misma que desconoce en algún minuto. Así fue como el pasado 3 de enero, Jaime Bayly, escritor peruano, conocido más por sus programas de televisión y declaraciones que por sus propias obras, publica algo de su autoría en un conocido medio de su país. La columna, que lleva por título “Los chilenos”, no pasó inadvertida esta semana de febrero, desde el momento en que, algún amante del arte de provocar, la publicara como una ofensa nacional, un despropósito discordante con la realidad y de un nacionalismo desmedido que atentaría, eventualmente, contra todos y cada uno de los chilenos.

La primera impresión es gravitante. Es fácil leer por encima y disparar al percatarse de una ofensa contra la patria: «Perdón por la franqueza, pero si elijo a un chileno al azar, es feo, es un guiñapo, es un enano contrahecho, es sujeto de facciones como cuchillos afilados, es feo como una patada en los testículos. Y a pesar de eso, se sienten lindos, se sienten regios, se sienten estupendos, se sienten Primer Mundo. Primer Mundo, los cojones (…)». Palabras que dan impulso a sentirse ofendidos y dar un golpe de vuelta. En este grupo de opinión, se ofende a su autor, primero por el hecho de ser peruano, algo incomprensible. Siempre se ha mirado al peruano por estar en una posición, a primera vista, desfavorable. Por ese afán poco traducible, hacia la xenofobia o ese sentido de superioridad que se tiene contra una nación siempre vista como inferior. En este grupo se esconde un submundo empalagoso, que da pie para referencias físicas, históricas, ofensas comunes. Frase como “devuélvanos el Huáscar” provocan brotes de nacionalismo por conveniencia. Se recuerdan del héroe de la patria Arturo Prat, quien, con valentía saltó hacia el buque enemigo, dando la vida por la misma. Entre ellos se esconde una muchedumbre que genera el peor de los sentimientos, una rabia contenida y silente. El mismo que, por conveniencia, habla y siente un profundo orgullo por lo hecho por Prat, es el que no tuvo problemas en aceptar una horrenda obra, indocumentada, que habla de la supuesta homosexualidad del héroe nacional. Una afirmación sin fundamento claro, se convierte en falsa y, debido a la identidad de dicha falsedad, es un agravio. Hecho que quedó en la más profunda impunidad.

Como las opiniones de lo escrito por Bayly son diversas, otro grupo le dio el visto bueno. El peruano tiene toda la razón, entrelíneas se entiende una fotografía perfecta de cómo funciona el chileno y cómo es: Un mentiroso y arribista por excelencia. Agregándole calificativos como avaro, pérfido y desleal que sería, en general, el chileno promedio.

Otros, más cautos que los anteriores y más aún que los más impulsivos que se vieron ofendidos, entendieron que ésta es una cita de la próxima obra del escritor. Que el personaje es sólo ficcional de su creador. Las palabras, allí contenidas, son sólo impresiones de Javier Garcés, un personaje. La columna advierte, en su parte final, que corresponde a un extracto de la segunda parte de “Morirás mañana”. La impresión, en su correcta comprensión, da para entender, en términos estrictos que lo referido allí, no representa el pensamiento de Jaime Bayly.

Quizás, nos faltará una mejor interpretación, esconder las piedras y darle un firme apretón de manos a su autor. Es curioso que tenga que recurrir a pegar extractos de sus obras, con una finalidad que aparece a todas luces. Más aún su sentido literario predecible y común. Se cree que Bayly tuvo la valentía que los escritores del sur del mundo nunca han tenido; el propio detalle de sus crónicas da a entender que el peruano no hace lo opuesto y menos en la columna en cuestión, siempre termina con una oración condescendiente, que por lo general va en su contra, riéndose u ofendiéndose, para agradar. No siendo el valiente que se cree. Termina por tirar la piedra y esconder la mano.

Bien sabrán algunos como, en su época, esta vez en Argentina, se dijo que en la obra “El túnel” lo dicho por su protagonista Juan Pablo Castel, eran palabras del propio Sábato, quien por medio de sus obras efectuaba agudas críticas sociales. Pero ahí hablamos de literatura clásica, de aquella que se enseña, que se utiliza con fines pedagógicos. No de aquella que necesita que sus extractos sean publicados en los medios.