sábado, 23 de enero de 2010

Episodio 14: El Desahogo

Ignacio hace algunos días me preguntaba por qué tuve la idea de abrir un blog. Ante la pregunta no supe qué responder, por lo cual, daba motivo para detenerme un tiempo para explicar el porqué tengo este espacio, y de momento poder argumentar el de muchos otros que, para bien o para mal, están actualmente.

Luego de preguntarme acerca de la existencia de este espacio, a él le parecía una buena idea el tener uno, me llamó la atención que usara la palabra desahogo. Una válvula de escape ante un reclamo o un pensamiento en silencio que se pudiera expresar en un par de líneas.

Pues Ignacio, el término desahogo podría aplicarse de vez en cuando en este espacio. Éste se puede efectuar de distintas formas, hay personas que practican deportes y logran un desahogo, es más, liberan endorfinas con lo cual la ciencia médica adjunta la agradable consecuencia de sentirse sin presión y más felices. A otras personas les encanta gritar como forma de desahogarse; a otras les gusta que su desahogo sea realizado de forma gradual, indicando su disgusto acerca de las ideas que plantean sus pares. Y están las personas que acumulan rabia para un desahogo final, entre tantas otras formas.

El desahogo por este medio, en mi caso, no es tal. Tengo este espacio como un punto de partida para tratar otros ámbitos de conversación o simplemente pensamientos apresurados que podrían transformarse en un asunto digno de comentar. Impulsado por la idea de un buen amigo, él me instó a que muchas cosas merecían ser escritas, y que la forma en que estos episodios diarios fueren expresados sean de la forma más correcta. El escribir y hacerlo bien siempre puede ser un buen punto de partida para idear lo anterior.

Sobre un diario de vida, recuerdo a mi hermana cuando era una niña. Escribió algunos pasajes en su diario, una agenda rosada en la que relataba distintos episodios personales. El gesto es un regalo para sí misma, imagino el agrado que debe ser abrirlo luego de un par de años y ver en qué andaba su mente por esos días.

Escribir, sobre un papel, sobre madera o mediante una enclenque máquina de escribir puede ser un gran ejercicio para la mente. El episodio más genuino es el vivido por su autor, con esto cito a Mario Benedetti, en uno de sus relatos donde explica un peculiar encuentro amoroso: «Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia. […]Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades». La sinceridad de este texto, el existir para luego relatarlo. La tarea de quien esté interesado deberá reflejar con el mejor de los detalles aquellas vivencias. Los capítulos están ahí. Vivir y no echar al tacho de la basura detalles de lo vivido es algo que impulsa a muchos -como yo- a intentar seguir. Yo, en tanto, lo hago por medio de estos episodios.

2 comentarios:

  1. los dibujos quedaron buenos, espero que con el marco queden mejores. Tienes talento!

    Qué liniers! jajajajaja si con una lata de café gabriel puede pintar y lograr mucha textura...

    muchos besitos!

    ResponderEliminar
  2. ahhhh sí, pero viste que al final el encuadre va a ser secuencial. Una idea de último minuto que se me ocurrió en la mañana...

    Estaba cachando que mi último post valió poco, y que era mejor hablar de otra cosa (like fotolog old school). Jajajaja

    Un beso Coté, qué bueno que te hayan gustado los bosquejos y la técnica del café...

    ResponderEliminar