«I really want to see you
Really want to be with you
Really want to see you lord
But it takes so long, my lord»
Really want to be with you
Really want to see you lord
But it takes so long, my lord»
“My Sweet Lord”, George Harrison
En el mundo de las creaciones podemos encontrar, en algunas situaciones, un debate que no deja de suscitar interés: Lo original y la copia de lo primero. Ambas ideas –iniciales- tienen virtudes.
Para el caso de la primera idea, la original. En ella va envuelto el asunto de que fue creada en primera instancia, de la nada. El mérito de la copia de lo primero, va dirigido más a si esa copia fue para mejor o para peor. En muchos casos encontramos que una segunda idea más perfeccionada y meditada, pueda conducir a un mejor resultado, dejando a esa primera olvidada, durmiendo entre laureles de haber sido célebre en su tiempo por haber sido la original.
Se darán cuenta que en el plano musical lo que planteo no parece indistinto. Conversando con un buen amigo en un café cerca de la avenida Pedro de Valdivia, él en su opinión y obviamente diciendo que su impresión era humilde, y sin un soporte literario que pudiese justificar lo que él proponía, quitándose, de paso, responsabilidad de responder a posteriores cuestionamientos. Su planteamiento era sencillo, pero sin dejar de ser interesante: «Muchas veces la música es como las matemáticas, si miras los trastes de una guitarra te darás cuenta que cada espacio marca un sonido, que la combinación de algunos marcan sonidos diferentes. Y que coordinadamente vas logrando claves diferentes que implican otros sonidos». En lo sencillo, él quería decir que «llega un punto en que la conjugación entre distintas notas iba a llegar a que el sonido se iba a repetir inevitablemente». Me pareció válido lo dicho. Quizá la solución a los problemas de la música será ponerle más cuerdas a la guitarra convencional, o sencillamente someternos al mundo de los sintetizadores y la música envasada, sin embargo esa impresión era apurada e infantil.
Por más que mi amigo hiciera un bosquejo de una idea que, si se tuviera más literatura al respecto, se podría plantear de forma categórica: Los plagios siempre serán inevitables.
Siguiendo con lo anterior. Encontramos, de momento, en la música muchas canciones que han sido objeto de plagio. Para bien o para mal, pero cabe recordar algunas que son memorables. Así es el caso de George Harrison y su tema My Sweet Lord, en que el ex beatle fue acusado de plagio por seguir de forma inconsciente la misma melodía de He's so fine de The Chiffons. Si bien la demanda fue acogida con total razón, el tema de Harrison no deja de ser de una sinceridad poderosa, que bien vale acuñarle el término de ser un hermoso plagio.
Otro caso más próximo, sería con Bittersweet Symphony, de The Verve. Agrupación británica que, posteriormente fue acusada de plagio. Se argumentaba que dicho tema, seguía el ritmo de The Last Time de los Rolling Stones.
A mi parecer algunas copias merecen existir, pues son canciones tan memorables que son ellas las que, muchas veces, quitan las telas de araña de las anteriores, las originales, que se jactan de ser las primeras, pero que sienten un silente agradecimiento por esa segunda, a la que acusan de copia.
Para el caso de la primera idea, la original. En ella va envuelto el asunto de que fue creada en primera instancia, de la nada. El mérito de la copia de lo primero, va dirigido más a si esa copia fue para mejor o para peor. En muchos casos encontramos que una segunda idea más perfeccionada y meditada, pueda conducir a un mejor resultado, dejando a esa primera olvidada, durmiendo entre laureles de haber sido célebre en su tiempo por haber sido la original.
Se darán cuenta que en el plano musical lo que planteo no parece indistinto. Conversando con un buen amigo en un café cerca de la avenida Pedro de Valdivia, él en su opinión y obviamente diciendo que su impresión era humilde, y sin un soporte literario que pudiese justificar lo que él proponía, quitándose, de paso, responsabilidad de responder a posteriores cuestionamientos. Su planteamiento era sencillo, pero sin dejar de ser interesante: «Muchas veces la música es como las matemáticas, si miras los trastes de una guitarra te darás cuenta que cada espacio marca un sonido, que la combinación de algunos marcan sonidos diferentes. Y que coordinadamente vas logrando claves diferentes que implican otros sonidos». En lo sencillo, él quería decir que «llega un punto en que la conjugación entre distintas notas iba a llegar a que el sonido se iba a repetir inevitablemente». Me pareció válido lo dicho. Quizá la solución a los problemas de la música será ponerle más cuerdas a la guitarra convencional, o sencillamente someternos al mundo de los sintetizadores y la música envasada, sin embargo esa impresión era apurada e infantil.
Por más que mi amigo hiciera un bosquejo de una idea que, si se tuviera más literatura al respecto, se podría plantear de forma categórica: Los plagios siempre serán inevitables.
Siguiendo con lo anterior. Encontramos, de momento, en la música muchas canciones que han sido objeto de plagio. Para bien o para mal, pero cabe recordar algunas que son memorables. Así es el caso de George Harrison y su tema My Sweet Lord, en que el ex beatle fue acusado de plagio por seguir de forma inconsciente la misma melodía de He's so fine de The Chiffons. Si bien la demanda fue acogida con total razón, el tema de Harrison no deja de ser de una sinceridad poderosa, que bien vale acuñarle el término de ser un hermoso plagio.
Otro caso más próximo, sería con Bittersweet Symphony, de The Verve. Agrupación británica que, posteriormente fue acusada de plagio. Se argumentaba que dicho tema, seguía el ritmo de The Last Time de los Rolling Stones.
A mi parecer algunas copias merecen existir, pues son canciones tan memorables que son ellas las que, muchas veces, quitan las telas de araña de las anteriores, las originales, que se jactan de ser las primeras, pero que sienten un silente agradecimiento por esa segunda, a la que acusan de copia.
los plagios que dijiste son muy wenos deberian los otros desaparecer :P
ResponderEliminarcomenzó la decada y todo huele a los 90s. Siiiiiii
y si hacen fiestas noventeras tenemos que ir celebrar dale?
besos!
Dinamita pura eh?
ResponderEliminarjajajajajajajaja
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