«Este es el episodio treinta»
En Viña del Mar, ya iba la tercera jarra de cerveza que compartía en compañía de mis cercanos. Es el Café Journal, la noche de un viernes. Con el rubor de nuestros rostros permanecíamos ya acalorados por la cantidad de cerveza digerida. El cenicero sobre la meza atestiguaba una noche larga. Ya en mi enésimo pucho, lo miraba fijamente, pensaba en qué placer me podía dejar fumármelo si ya no sentía el humo que ingresaba a mi cuerpo. Sin embargo, iba a mitad de camino y la misión era quemarlo por completo. Con su precio actual, dejar un cigarrillo medio consumido es casi un lujo que pocos se pueden dar.
Luego de hablar cada uno de nuestras vidas, dio pie para mirar el entorno. El Café Journal es una casa antigua. Una de las pocas que van quedando en la calle Álvares, en el cruce con Agua Santa. Da pie, además, para hacerse la idea de lo que fue realmente esa ciudad en sus años dorados. Un balneario inhóspito, exclusivo; de un curtido y tallado estilo inglés.
Destacan dentro de su estética, innumerables recortes de diarios, revistas y carteles cinematográficos de épocas pasadas. Banderas de embarcaciones, que hacen recordar que estamos próximos al puerto de Valparaíso, y uno que otro aviso rimbombante y colorinche tapiando la idea de que el sitio esté pasado de moda. El Café Journal es un clásico para muchos.
En el primer piso del local, existe un gran cuadro de un grupo nacido en la ciudad: Los Jaivas. Entre el griterío, los cigarrillos, los pitcher de cerveza y una que otra risa; aparece esta imponente obra, retratando de armónica forma al grupo de la ciudad jardín.
El cuadro tiene por autor a don Fenelón Guajardo López, el Charles Bronson chileno. El año 2004 Francisco Mouat, periodista, va de visita hacia su casa en Viña del Mar. Para su sorpresa la entrevista no fue unipersonal sino más bien familiar. Ahí es donde don Fenelón de cuidados 82, cuenta sobre su mayor afición: La pintura: «Pero mi obra mayor es esta otra: el mural del Café Journal de Viña. Este cuadro cuesta como cinco millones de pesos, y los pintores de la zona me han felicitado. Vea: aquí está el dueño del negocio, aquí el Gato Alquinta, aquí un periodista que se llama Telmo Aguilar, aquí la Juanita Parra, aquí el otro Parra, aquí Álvaro Mutis. Fíjese en el brillo del vaso porque se le acabó el vino, ¿le gusta mi cuadro?”». Mouat, ante la pregunta, le responde que sí. Y es poco probable que un cuadro de tal calidad aparezca desapercibido entre los visitantes que diariamente acoge el Journal.
El cuadro arranca una historia. La de ese grupo que se formó en esa misma ciudad, Viña del Mar, el año 63. Y que, pese a parecer una fecha lejana, los integrantes de Los Jaivas aparecen retratados con total espontaneidad compartiendo como si fuese ayer, haciendo lo que muchos hacen en ese café. El cuadro arranca además la historia de un chileno que, décadas atrás, se presenta a un concurso de los Sábados Gigantes, con la convicción de ser el Charles Bronson chileno, por su apariencia desafiante, su desplante rebelde y su bien cuidado bigote.
Habrá que ir más seguido para ver si nos encontramos con otro hallazgo, otro que arranque historias, crónicas, comentarios o cuñas.
En Viña del Mar, ya iba la tercera jarra de cerveza que compartía en compañía de mis cercanos. Es el Café Journal, la noche de un viernes. Con el rubor de nuestros rostros permanecíamos ya acalorados por la cantidad de cerveza digerida. El cenicero sobre la meza atestiguaba una noche larga. Ya en mi enésimo pucho, lo miraba fijamente, pensaba en qué placer me podía dejar fumármelo si ya no sentía el humo que ingresaba a mi cuerpo. Sin embargo, iba a mitad de camino y la misión era quemarlo por completo. Con su precio actual, dejar un cigarrillo medio consumido es casi un lujo que pocos se pueden dar.
Luego de hablar cada uno de nuestras vidas, dio pie para mirar el entorno. El Café Journal es una casa antigua. Una de las pocas que van quedando en la calle Álvares, en el cruce con Agua Santa. Da pie, además, para hacerse la idea de lo que fue realmente esa ciudad en sus años dorados. Un balneario inhóspito, exclusivo; de un curtido y tallado estilo inglés.
Destacan dentro de su estética, innumerables recortes de diarios, revistas y carteles cinematográficos de épocas pasadas. Banderas de embarcaciones, que hacen recordar que estamos próximos al puerto de Valparaíso, y uno que otro aviso rimbombante y colorinche tapiando la idea de que el sitio esté pasado de moda. El Café Journal es un clásico para muchos.
En el primer piso del local, existe un gran cuadro de un grupo nacido en la ciudad: Los Jaivas. Entre el griterío, los cigarrillos, los pitcher de cerveza y una que otra risa; aparece esta imponente obra, retratando de armónica forma al grupo de la ciudad jardín.
El cuadro tiene por autor a don Fenelón Guajardo López, el Charles Bronson chileno. El año 2004 Francisco Mouat, periodista, va de visita hacia su casa en Viña del Mar. Para su sorpresa la entrevista no fue unipersonal sino más bien familiar. Ahí es donde don Fenelón de cuidados 82, cuenta sobre su mayor afición: La pintura: «Pero mi obra mayor es esta otra: el mural del Café Journal de Viña. Este cuadro cuesta como cinco millones de pesos, y los pintores de la zona me han felicitado. Vea: aquí está el dueño del negocio, aquí el Gato Alquinta, aquí un periodista que se llama Telmo Aguilar, aquí la Juanita Parra, aquí el otro Parra, aquí Álvaro Mutis. Fíjese en el brillo del vaso porque se le acabó el vino, ¿le gusta mi cuadro?”». Mouat, ante la pregunta, le responde que sí. Y es poco probable que un cuadro de tal calidad aparezca desapercibido entre los visitantes que diariamente acoge el Journal.
El cuadro arranca una historia. La de ese grupo que se formó en esa misma ciudad, Viña del Mar, el año 63. Y que, pese a parecer una fecha lejana, los integrantes de Los Jaivas aparecen retratados con total espontaneidad compartiendo como si fuese ayer, haciendo lo que muchos hacen en ese café. El cuadro arranca además la historia de un chileno que, décadas atrás, se presenta a un concurso de los Sábados Gigantes, con la convicción de ser el Charles Bronson chileno, por su apariencia desafiante, su desplante rebelde y su bien cuidado bigote.
Habrá que ir más seguido para ver si nos encontramos con otro hallazgo, otro que arranque historias, crónicas, comentarios o cuñas.
jarra de cerveza oshtia tío y olé !!!!!!
ResponderEliminarbesos
C.
Sí, no encontré una palabra ad-hoc para explicar la forma del recipiente. Era o jarrón, tazón, pitcher, etc... opté por "jarra" ¿No está mal no? Considerando toda la euforia española.
ResponderEliminarDe lo que estoy seguro es que mis crónicas futboleras tienen poco rating. De eso me estoy dando cuenta, y Time Ibope me lo recuerda de vez en vez.
Saludos,