«No me considero marginal si entendemos por ello al escritor huraño, que vive escondido, que se desentiende de su obra, que jamás concede entrevistas o participa en reuniones literarias(...)»
Julio Ramón Ribeyro
Las respuestas del mudo lleva por título una selección de
entrevistas efectuadas al escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. Desde un comienzo, se ve a un Ribeyro reticente ante la afirmación más brillante, demostrando poca pretensión en sus respuestas. Para él, el tener que dar
entrevistas, era sólo la responsabilidad que le corresponde al escritor. En primer
lugar, por respeto a su casa editorial; en segundo lugar, por respeto a su público.
Mudo fue el adjetivo utilizado por Jorge Coaguila, encargado
de esta prudente selección. El entrevistado nos muestra su visión
de la vida en una breve síntesis. Ribeyro no pretende salirse del
margen, es más, él afirma que intenta dar respuestas preconcebidas, que luego intercala para no resultar monótono. Sin embargo,
al leerlas todas ellas, nos encontramos con un Ribeyro intranquilo y pensante, que
nos da cuenta de lo opuesto.
Preguntas tipo de sus entrevistadores, tales como, cuándo se dio cuenta
de ser escritor, cuándo fue su primera obra, por qué eligió la novela, por qué su
repudio al verso y su amor a la prosa. En aquellas preguntas se vislumbra a un
Ribeyro cauteloso, dando a entender que aquella respuesta la tenía
macerada y pensada detenidamente desde hace un buen tiempo. El eventual mudo, reticente a la publicidad, no se va a los
extremos de caer en lo ermitaño de muchos autores. El peruano responde, y más
que una respuesta concreta sobre sus obras, también aporta asuntos no
requeridos. En esta entrega, se refiere a la sociedad de aquella época,
así como sus concepciones sobre la historia. Para él, la historia es un proceso cíclico: «Tengo una concepción circular de la historia, de que
los hechos que tanto nos impresionan y nos comprometen ahora, son hechos que ya
han ocurrido años antes con otros nombres, con otros objetivos, pero que en el
fondo son la misma cosa(…)».
Sin mezquindades, Ribeyro confiesa, entre otras cosas, su tedio al estilo narrativo de Unamuno, su vida en París y el consiguiente abandono de su natal Lima. Al referirse a sus libros publicados, hace referencia, entre los distintos entrevistadores, del por qué su acotado historial de obras. El por qué ha abandonado obras comenzadas, pasando por trivialidades sobre, cuál es su hora del día favorita para escribir. El mudo, da a conocer su visión de la vida, sin siquiera sospecharlo.
Sin mezquindades, Ribeyro confiesa, entre otras cosas, su tedio al estilo narrativo de Unamuno, su vida en París y el consiguiente abandono de su natal Lima. Al referirse a sus libros publicados, hace referencia, entre los distintos entrevistadores, del por qué su acotado historial de obras. El por qué ha abandonado obras comenzadas, pasando por trivialidades sobre, cuál es su hora del día favorita para escribir. El mudo, da a conocer su visión de la vida, sin siquiera sospecharlo.
Lo que al comienzo resulta la impresión de un
hombre parco, se convierte con el paso de las hojas, en un hombre desasosegado
de sí. Así, Ribeyro nos entrega algo más que una sencilla entrevista,
sino una con cierto grado de humanidad. Esa maravillosa sensatez hace
que el creador de sus renombradas “Prosas Apátridas” deje una huella indeleble en la
literatura latinoamericana. Como le place a él dar una buena respuesta, al
entrevistador le place formular una buena pregunta, cuestión que no es moneda
de cambio en el periodismo actual, tan entregado a la inmediatez.
Lo anterior es fiel testimonio de aquello.
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