«Quizás deseaba que, si bien, su vida no tenía sentido para él, su muerte pudiese tener sentido para el resto»
Si usted en su rutina diaria sale de su casa y toma desayuno en alguna cafetería ¿Qué haría si su escena cotidiana se destruye? Imagínese la aparición en la tienda de un tipo de pelo crespo, corto, con barba de 3 días, paseándose entre la multitud. Con un coro que va siguiendo lo que él propone. Que habla del amor, de lo efímero que pueden resultar algunas cosas que parecen más profundas. Probablemente se quedaría ahí sin reacción.
Hace dos años atrás me encontré con “7.35 de la mañana”, un cortometraje del director Nacho Gabilondo, que nos presenta en algún momento lo que le acabo describir. Un tipo derrochando histrionismo frente a usted que sólo busca unas tostadas, un periódico y buen café como lo es de costumbre. El tipo en cuestión, se convierte en protagonista de su propia desgracia, transformándola en un acto de lo absurdo. El reparo, el tipo está con un chaleco de dinamita, obligando al resto de los clientes a seguir lo que él está cantando. Detallista como ninguno, en su dantesca tragedia hay atisbos de pulcritud. La gente, que lo sigue a la fuerza, tiene un parlamento que debe ser cantado. Todo el ambiente está detenido. Los meceros, estupefactos, se quedan en la barra del lugar. Dos personas apoyadas contra una pared, una de ellas tocando las cuerdas de una guitarra, lo cual da impulso a este sujeto que sólo busca una memorable retirada suicida.
Sobre el suicido ¿Ha pensado cuántas personas han estado convencidas en cometerlo en un ciento por ciento? Díficil es asegurarse que exista un rasgo de absoluto acuerdo. Siempre queda ese pensamiento fugaz y vacilante. Que hace que, el convencimiento no sea del todo absoluto.
Con las ideas ¿A cuántas hemos dado una muerte no merecida? El quedarse quieto y no pensar lo que realmente se desea pensar para luego concretizar. ¿No cree que algunas ideas merecen ser oídas? La idea que no es exteriorizada, nunca va a poder ver si ha de ser exitosa o siquiera llamar la atención, y así lograr algún sentido. Matar una idea propia ¿Podría entenderse como una suerte de suicidio no físico?
Hace dos años atrás me encontré con “7.35 de la mañana”, un cortometraje del director Nacho Gabilondo, que nos presenta en algún momento lo que le acabo describir. Un tipo derrochando histrionismo frente a usted que sólo busca unas tostadas, un periódico y buen café como lo es de costumbre. El tipo en cuestión, se convierte en protagonista de su propia desgracia, transformándola en un acto de lo absurdo. El reparo, el tipo está con un chaleco de dinamita, obligando al resto de los clientes a seguir lo que él está cantando. Detallista como ninguno, en su dantesca tragedia hay atisbos de pulcritud. La gente, que lo sigue a la fuerza, tiene un parlamento que debe ser cantado. Todo el ambiente está detenido. Los meceros, estupefactos, se quedan en la barra del lugar. Dos personas apoyadas contra una pared, una de ellas tocando las cuerdas de una guitarra, lo cual da impulso a este sujeto que sólo busca una memorable retirada suicida.
Sobre el suicido ¿Ha pensado cuántas personas han estado convencidas en cometerlo en un ciento por ciento? Díficil es asegurarse que exista un rasgo de absoluto acuerdo. Siempre queda ese pensamiento fugaz y vacilante. Que hace que, el convencimiento no sea del todo absoluto.
Con las ideas ¿A cuántas hemos dado una muerte no merecida? El quedarse quieto y no pensar lo que realmente se desea pensar para luego concretizar. ¿No cree que algunas ideas merecen ser oídas? La idea que no es exteriorizada, nunca va a poder ver si ha de ser exitosa o siquiera llamar la atención, y así lograr algún sentido. Matar una idea propia ¿Podría entenderse como una suerte de suicidio no físico?
Este cortometraje español, en tan sólo siete minutos reúne: misterio, comedia y tragedia. Todo en un contexto cotidiano, al hueso. Sin rodeos ni insinuaciones innecesarias. Su protagonista, luego de ofrecer su acto hacia el público, que también las hacen de actores secundarios, se despide de todos con una somera reverencia y se escapa de la cafetería con una bolsa de confeti que abraza en contacto con la dinamita que porta en su torso. El acto tiene que terminar, y cuando eso ocurre se tiene que hacer a lo grande. Quizás haya correspondencia entre el confeti y su muerte. Quizás él deseaba que, si bien su vida no tenía sentido para él, su muerte pudiese tener sentido para el resto.
No hay que guardarse las ideas valiosas. Luego de estos minutos de un corto de bajo presupuesto, queda ese pensamiento, esa reseña que tal vez las ideas hay que defenderlas, y no hay que esconderse hasta que el resto pase. Hay que hacerlo… no caben dudas
Quizás no tiene nada que ver, pero me fue inevitable no acordarme del corto "Mirindas Asesinas" de Álex de la Iglesia
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=tmO_BK6I9WY
cuidaos G.
Dentro de todas las películas que has visto. ¿Alguna que me quieras recomendar?
ResponderEliminarUn beso Nat.
YAPUES GUAPO ACTUALIZA!!!!!!!.. AJAJJAAJ
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