Pedro Carcuro
Corría el año 2003, jugaban las selecciones de fútbol de Colombia y Camerún. Todo era normal como ocurren en estas competiciones, la selección africana iba ganando el partido por un gol de ventaja. Ya cercano al último cuarto de juego, el seleccionado camerunés Marc Vivién-Foé quien se encuentra en la mitad del campo, cae de forma súbita contra el pasto. Geremi, también jugador camerunés, se da cuenta que su compañero de equipo había caído, y con el balón en los pies decide patearlo fuera de la cancha para que fuese atendido. Todo era lo que se conoce como “fair play”, una ley tácita dentro del fútbol. El director de la transmisión de dicho encuentro deportivo, enfocó como de costumbre al jugador lesionado que permanecía en el suelo para que llegaran los ayudantes de campo, luego de esto es común que aparezca la repetición para ver las causas de la caída y ver quién fue responsable; si merecía tarjeta amarilla o roja, o si el jugador estaba simulando de forma teatral. Para la sorpresa de muchos, durante la toma en que el camerunés permanecía sobre el pasto, se quedó quieto y dado vuelta. El jugador que estuvo más cerca de él fue el colombiano Jairo Patiño quien se acerca a auxiliarlo y, al verlo de boca hacia el suelo, lo da vuelta para ver qué era lo que ocurría. Marc Vivién-Foé permanecía con los ojos abiertos, pero con las pupilas dentro de sus párpados. Había fallecido en el mismo campo de juego. La imagen recorrió el mundo.
Minutos más tarde en la misma grama, jugadores camerunenses y colombianos lloraban abatidos, un ser humano había fallecido en un partido de fútbol. La FIFA lamentó lo ocurrido, pero decidió continuar con la Copa Confederaciones efectuada en Francia. El país anfitrión resultó el vencedor. Pero la muerte del jugador camerunés es uno de los tristes recuerdos que aquel campeonato dejó.
Los médicos, al efectuar la autopsia al jugador, determinaron que padecía una hipertrofia cardiaca congénita.
Así como la muerte de Foé en plena marcha de un partido de fútbol. Encontramos otros casos que no dejaron indiferente al mundo del deporte. El entonces jugador del Benfica de Portugal, Miklos Feher también se desploma y muere en pleno terreno de juego. Las imágenes de lo sucedido son lamentables. Tiempo después, España iba a sufrir la partida de un joven jugador con proyecciones en el seleccionado nacional, era el caso de Antonio Puerta. Quien, al igual que el camerunés y el húngaro, cae fallecido en pleno partido.
Otros hechos lamentables, es lo ocurrido este año en la Copa Africana de Naciones. Donde la delegación de la selección de Togo, es víctima de un atentado terrorista en plena competición. El pasado 8 de enero del presente año, el bus que transportaba a la selección togolesa es atacado por un grupo de hombres armados, mientras este se dirigía hacia Angola. Durante el ataque, la delegación se escondía bajo las sillas del bus. Media hora más tarde un equipo de seguridad fue a su rescate. Tres personas murieron, entre ellas, el conductor del bus, mientras que nueve fueron heridas. El Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda se atribuyó los hechos.
La noticia llamó la atención, por la –lógica- retirada del equipo togolés de la competición. Sin embargo, la FIFA continuó con el campeonato pese a la amenaza terrorista, y la Confederación Africana de Fútbol multó a Togo por haberse retirado de ésta, en un hecho insólito que recorrió todo el mundo.
Nos encontramos con la FIFA, que se puso en tela de juicio debido a que daba a entender que la magia del fútbol por gusto, se había transformado sólo en un negocio a secas. Donde los jugadores se convierten en activos, así como los goles y el número de boletos que se venden para los encuentros futbolísticos internacionales. Don Eduardo Galeano, en su libro "Fútbol a sol y sombra” menciona lo anterior en una de las primeras partes de su obra «A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. […] el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable».
Criticable es, muchas veces, la postura de la FIFA como órgano rector del fútbol mundial. ¿Le interesará –a la FIFA- los jugadores en su calidad de seres humanos, o sólo como "activos" haciendo del "show debe continuar" su más preciado caballo de batalla?
Minutos más tarde en la misma grama, jugadores camerunenses y colombianos lloraban abatidos, un ser humano había fallecido en un partido de fútbol. La FIFA lamentó lo ocurrido, pero decidió continuar con la Copa Confederaciones efectuada en Francia. El país anfitrión resultó el vencedor. Pero la muerte del jugador camerunés es uno de los tristes recuerdos que aquel campeonato dejó.
Los médicos, al efectuar la autopsia al jugador, determinaron que padecía una hipertrofia cardiaca congénita.
Así como la muerte de Foé en plena marcha de un partido de fútbol. Encontramos otros casos que no dejaron indiferente al mundo del deporte. El entonces jugador del Benfica de Portugal, Miklos Feher también se desploma y muere en pleno terreno de juego. Las imágenes de lo sucedido son lamentables. Tiempo después, España iba a sufrir la partida de un joven jugador con proyecciones en el seleccionado nacional, era el caso de Antonio Puerta. Quien, al igual que el camerunés y el húngaro, cae fallecido en pleno partido.
Otros hechos lamentables, es lo ocurrido este año en la Copa Africana de Naciones. Donde la delegación de la selección de Togo, es víctima de un atentado terrorista en plena competición. El pasado 8 de enero del presente año, el bus que transportaba a la selección togolesa es atacado por un grupo de hombres armados, mientras este se dirigía hacia Angola. Durante el ataque, la delegación se escondía bajo las sillas del bus. Media hora más tarde un equipo de seguridad fue a su rescate. Tres personas murieron, entre ellas, el conductor del bus, mientras que nueve fueron heridas. El Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda se atribuyó los hechos.
La noticia llamó la atención, por la –lógica- retirada del equipo togolés de la competición. Sin embargo, la FIFA continuó con el campeonato pese a la amenaza terrorista, y la Confederación Africana de Fútbol multó a Togo por haberse retirado de ésta, en un hecho insólito que recorrió todo el mundo.
Nos encontramos con la FIFA, que se puso en tela de juicio debido a que daba a entender que la magia del fútbol por gusto, se había transformado sólo en un negocio a secas. Donde los jugadores se convierten en activos, así como los goles y el número de boletos que se venden para los encuentros futbolísticos internacionales. Don Eduardo Galeano, en su libro "Fútbol a sol y sombra” menciona lo anterior en una de las primeras partes de su obra «A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. […] el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable».
Criticable es, muchas veces, la postura de la FIFA como órgano rector del fútbol mundial. ¿Le interesará –a la FIFA- los jugadores en su calidad de seres humanos, o sólo como "activos" haciendo del "show debe continuar" su más preciado caballo de batalla?
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