«Eduardo Galeano se atrinchera en su hogar de Montevideo para ver "el juego bien jugado" del Mundial»
Diario "El País", 12 de junio de 2010
Cuando Santiago Cañizares, entonces arquero español, supo de su lesión, remeció el mundo del fútbol. Estaba listo para abordar el avión junto a la selección de fútbol española que los llevaba al Mundial Corea y Japón 2002. Un mísero frasco de colonia le cayó sobre el pie. Envase que, al quebrarse, logró cortarle un pequeño tendón. Detalle suficiente para dejarlo fuera de la justa mundialista.
La suerte del árbitro Pablo Pozo no es desigual. Junto a todo el comité de árbitros, se encontraba el juez de nacionalidad chilena. Trotaba junto a todos, probablemente compartió experiencias con sus pares de todo el mundo. En una actividad recreativa, Pozo, supongo que de muy buen ánimo, jugó animosamente un partido de voleibol. Para la sorpresa de muchos, se esguinzó un tobillo. La consecuencia, se pierde toda la primera fase del campeonato mundial 2010. Detrás de su lamento, se esconden lúgubres recuerdos de jornadas de instrucción sobre las reglas arbitrales del juego. Pasando por clases de inglés y una adecuada preparación física. Sin embargo todo resultó distinto a lo esperado.
Para la cantante Shakira la suerte es dispar. Hoy la canción del mundial es un tema no menor. Pocas han sido las que han quedado para el recuerdo. «La Copa de la Vida» de Ricky Martín es una de ellas. La cantante colombiana logró inmiscuirse entre los competidores, como el cantante español David Bisbal que con su insípido tema «Waving Flag» era el candidato a adjudicarse el trofeo de “Canción oficial del mundial de Sudáfrica”. Shakira, con poco pudor, tomó un tema de un grupo cualquiera, logró darle algunos retoques contemporáneos pseudo tribales, pseudo africanos; la base pop del momento y lo consiguió. Su tema «Waka-Waka» es el fiel reflejo del poco esfuerzo, un ligero movimiento de caderas y una coreografía que hace recordar al grupo Los del Río con su tema «Macarena» y nada más. Como el plato único del menú que estás obligado a degustar.
Los canales de televisión chilenos hacen sus notas divertidas. Los enviados especiales son los “envidiados” por millares de hinchas deseosos de estar en su posición. Estar en el lugar que todo el mundo del fútbol quiere estar. Tener viáticos generosos, estar todo el día reporteando asuntos que a nadie le incumben y decir que están “cansados y atareados de la labor empeñada”. Siendo que, para muchos, pasearse de un lugar a otro, compartir experiencias con colegas de la misma profesión de todo el mundo, tener entradas a los principales partidos y ser testigos en primera persona de los mismos, es un regalo caído del cielo.
Este tiempo, donde la sobreexcitación de los fanáticos de este deporte es provocada por el bombardeo de información a toda hora. En desmedro de las personas que no gustan del fútbol, quedando en un segundo plano.
Las tiendas ofrecen «créditos mundialeros». Televisores de «alta definición» para el fetiche de ver 270 minutos de fútbol por cada equipo participante como mínimo. Promociones mundialistas de todo tipo. Celulares con televisión para no perderse ningún detalle de lo que ocurra en el continente africano. Centenares de descuentos, algunos sin conexión alguna hacia el deporte en cuestión. Ofertas de supermercados con rebaja en el precio de las carnes, para tener asados a las siete de la mañana donde el cuerpo no pide proteínas ni grasas, simplemente una liviana merienda. Y para los más entusiastas, el cotillón; productos que, luego de este tiempo, quedan fondeados en el lado más recóndito de la bodega.
¿Qué relación tienen los párrafos anteriores? El fútbol; sí, el mismo. Donde una pelota trasciende todo. Donde provoca el mejor de los sentimientos de algunos y la cólera irascible de otros. Pero todos debemos entender que, al final del día, el equipo que haga más goles, gana.
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