«Él es Gabriel, él no es nada…»
Hace casi dos años, estaba en el avión de vuelta desde la ciudad de Punta del Este hacia Santiago. Cruzando el Río de la Plata. Como el trayecto era sólo de casi 3 horas, tenía el tiempo suficiente para terminar de leer El Túnel de Ernesto Sabato. Muchas fueron las citas que anoté al leer el libro, sentía que Sabato hablaba a través de su obra. El físico de profesión, estaba inmiscuido dentro de su protagonista, Juan Pablo Castel, un tipo extraño, desencantado de la propia vida. Voraz, crítico y sencillo. La derrota estaba presente en su diálogo, haciéndole guiños a la realidad.
Con la música del grupo Bajofondo, músicos rioplatenses, algo adecuado para seguir en mi intención de finalizar el segundo libro que llevé para ese viaje, saqué algunos pasajes que dieran lugar a algún comentario personal. Ahí fue donde me encontré con una cita portentosa. «Realmente, en este caso hay más de una razón. Diré antes que nada, que detesto los grupos, las sectas, las cofradías, los gremios y en general esos conjuntos de bichos que se reúnen por razones de profesión, de gusto o de manía semejante. Esos conglomerados tienen una cantidad de atributos grotescos: la repetición del tipo, la jerga, la vanidad de creerse superiores al resto» La desazón en el diálogo se hace latente, pareciese como si don Ernesto Sabato nos estuviera relatando algún pasaje de su historia personal como su desencanto por su dirección política emprendida, en especial su deserción del Partido Comunista. Quizás otros pasajes nos hablen de su abandono de las ciencias exactas o cuando se juntaba junto a su círculo de amigos a idear «cadáveres exquisitos».
Sin embargo, dicho esto, no pude ubicar la cita perfecta. Era una declaración de principios del escritor argentino. Algo tan revelador que el texto debía girar entorno a aquella cita, ésta no merecía ser un somero acompañamiento de alguna idea fundante.
Lo intenté, en muchas ocasiones, alguna vez vi en un mismo espacio a muchos jóvenes pertenecientes a juventudes de partidos políticos. Hablando del «tú eres de derecha y tú eres de izquierda… ¡Miren quién viene llegando…el “radical”!». Miraba impaciente, alguna vez fui a uno de estos encuentros de jóvenes políticos, caso en el cual fui invitado sin advertirme que era un encuentro de esta índole. Un buen amigo me dijo que había cerveza gratis en el Café Journal, la palabra “invitación” fue un motivo suficiente para ir con un buen amigo a beber algo y conversar sobre las nimiedades de cada cual.
Llegando me encontré frente a un grupo de jóvenes políticos, futuros cracks de la demagogia, según algunos; esperanzas de un futuro próspero, para otros. Así fue como me encontré con mi amigo, no estaba él nada más, en la cita estaba presente otro amigo de la infancia, daba la coincidencia que escucháramos a la edad de 6 años cassettes de The Beatles en su casa. Así fue como, mientras tomaba mi cerveza por cortesía, llegaron otros aliados de un partido político amigo. Cada uno de nosotros, sentados en la mesa, fue presentado con nombre, obviamente seguido del “también es del partido”. Aquí comenzó lo decidor: Cuando fue mi turno fui presentado con un “Él es Gabriel, él no es nada”.
Fue en este punto donde la cita predilecta de Juan Pablo Castel, junto a lo anterior, eran dinamita. Detonante de conflictos. Una cita interesante, debatible, sencilla y directa. Magnífica por sí misma, un as bajo la manga, una granada a la mano en algún bolsillo cercano. Es la cita predilecta, que con el paso de los años, sigue vigente.
Hace casi dos años, estaba en el avión de vuelta desde la ciudad de Punta del Este hacia Santiago. Cruzando el Río de la Plata. Como el trayecto era sólo de casi 3 horas, tenía el tiempo suficiente para terminar de leer El Túnel de Ernesto Sabato. Muchas fueron las citas que anoté al leer el libro, sentía que Sabato hablaba a través de su obra. El físico de profesión, estaba inmiscuido dentro de su protagonista, Juan Pablo Castel, un tipo extraño, desencantado de la propia vida. Voraz, crítico y sencillo. La derrota estaba presente en su diálogo, haciéndole guiños a la realidad.
Con la música del grupo Bajofondo, músicos rioplatenses, algo adecuado para seguir en mi intención de finalizar el segundo libro que llevé para ese viaje, saqué algunos pasajes que dieran lugar a algún comentario personal. Ahí fue donde me encontré con una cita portentosa. «Realmente, en este caso hay más de una razón. Diré antes que nada, que detesto los grupos, las sectas, las cofradías, los gremios y en general esos conjuntos de bichos que se reúnen por razones de profesión, de gusto o de manía semejante. Esos conglomerados tienen una cantidad de atributos grotescos: la repetición del tipo, la jerga, la vanidad de creerse superiores al resto» La desazón en el diálogo se hace latente, pareciese como si don Ernesto Sabato nos estuviera relatando algún pasaje de su historia personal como su desencanto por su dirección política emprendida, en especial su deserción del Partido Comunista. Quizás otros pasajes nos hablen de su abandono de las ciencias exactas o cuando se juntaba junto a su círculo de amigos a idear «cadáveres exquisitos».
Sin embargo, dicho esto, no pude ubicar la cita perfecta. Era una declaración de principios del escritor argentino. Algo tan revelador que el texto debía girar entorno a aquella cita, ésta no merecía ser un somero acompañamiento de alguna idea fundante.
Lo intenté, en muchas ocasiones, alguna vez vi en un mismo espacio a muchos jóvenes pertenecientes a juventudes de partidos políticos. Hablando del «tú eres de derecha y tú eres de izquierda… ¡Miren quién viene llegando…el “radical”!». Miraba impaciente, alguna vez fui a uno de estos encuentros de jóvenes políticos, caso en el cual fui invitado sin advertirme que era un encuentro de esta índole. Un buen amigo me dijo que había cerveza gratis en el Café Journal, la palabra “invitación” fue un motivo suficiente para ir con un buen amigo a beber algo y conversar sobre las nimiedades de cada cual.
Llegando me encontré frente a un grupo de jóvenes políticos, futuros cracks de la demagogia, según algunos; esperanzas de un futuro próspero, para otros. Así fue como me encontré con mi amigo, no estaba él nada más, en la cita estaba presente otro amigo de la infancia, daba la coincidencia que escucháramos a la edad de 6 años cassettes de The Beatles en su casa. Así fue como, mientras tomaba mi cerveza por cortesía, llegaron otros aliados de un partido político amigo. Cada uno de nosotros, sentados en la mesa, fue presentado con nombre, obviamente seguido del “también es del partido”. Aquí comenzó lo decidor: Cuando fue mi turno fui presentado con un “Él es Gabriel, él no es nada”.
Fue en este punto donde la cita predilecta de Juan Pablo Castel, junto a lo anterior, eran dinamita. Detonante de conflictos. Una cita interesante, debatible, sencilla y directa. Magnífica por sí misma, un as bajo la manga, una granada a la mano en algún bolsillo cercano. Es la cita predilecta, que con el paso de los años, sigue vigente.
El hombre tiene esta cosa innata de encasillar todo, el deseo categorizador. Categorizamos desde la basura hasta las personas, desde el libro que leemos hasta lo que vamos a desayunar. A veces me cae bien ese afan, a veces me cae mal por considarlo muy reducitivo y las veces que me agrada es porque ese sistema permite la simplicidad.
ResponderEliminarDesde que mi memoria me acompaøa nunca me han gustado los grupos, en el colegio era tan tipico eso de " el grupo de los nerds, de los cool, de los alternativos, blabla" una pendejada. Yo compartia con todos y no era de ningun grupo. Asi ha sido desde el jardin infantil hasta mi veinteaøera vida.
Supongo que esto tiene como eje la frase de Castel, otrora del buen Sabato, por lo que puedo concluir que no soy vanidosa, siguiendo la linea, ya que nunca me he sentido representada ni con un grupo ni con idealismos construidos en el aire. Me gusta la libertad, la justicia y la igualdad,a lo largo de la humanidad las personas se han comprometido con causas,con movimientos, con partidos ( justo me leo un libro sobre sus origenes en Chile), con algo que los identique y los ayude a sentir ese deseo de pertenecer a algo, cuando muchas veces ni se han puesto a pensar que a la persona o fin que le tienen tanta devocion puede que les importe un carajo, el Hombre debe actuar como hombre, al abordar dimensiones o accions de protosuprahombre no lo esta siendo.
Me quedo con una cita de V de Vendetta
"Bajo esta mascara hay algo mas que carne y hueso. Bajo esta mascara hay unos ideales, Señor Creedy. Y los ideales son a prueba de balas."
Claro, en parte. Por ejemplo, en el colegio, si alguien no se sentía parte de una categoría, era inevitable que alguien lo hiciera por ti.
ResponderEliminarNo critico a los partidos políticos, de hecho no tengo nada contra eso. Critico cuando los ideales y deseos de cada integrante son sólo de carácter enunciativos, buenas intenciones, cuando eres "uno más" que suma un voto.
La política tiene mucho de eso, un gran escenario donde los tramoyas ven toda la realidad detrás de la presentación, donde hay cartones, maderas, restos de qué sé yo que no son exhibidos. Aunque sé que, como el idealismo en el mundo de hoy es visto como otro pecado más, erradicar ese "detrás del escenario" es casi un gesto utópico. Me pongo a pensar en esto, y quizás los seres humanos seamos iguales, pero eso da para otros temas.
Un beso Nat,