«De recuentos y balances»
Bien vale hacer un recuento. Debo decir previamente que no me agradan los que realiza el periodismo, siempre con la verborreica forma de hacernos parecer que la realidad de cada uno está inmiscuida en esta verdadera vorágine de tragedias que han tenido que padecer miles de chilenos. Que en febrero se comenzó el año con un trágico terremoto; que a mediados de año el país vio matizado su llanto con partidos del mundial de fútbol sudafricano. Seguimos con los treinta y tres mineros atrapados a setecientos metros de profundidad en la mina San José: las maniobras de rescate, la televisión transmitiendo las veinticuatro horas del día esos momentos de angustia, que hacían finalizar la cruda incertidumbre de cientos de familiares de éstos, el abrazo del primer minero rescatado; expectación mundial, cámaras de todo el mundo formando un verdadero babel, esperando en el lugar de los hechos lo que iba a pasar con los treinta y tres. Finalizando el año con la tragedia de los ochenta y un reos fallecidos en la cárcel de San Miguel, y el broche de oro del año, la Teletón.
Todo esto agregado con el "año malo de todos los chilenos” que te obligan a creer que esa tragedias te afectaron. Por más que, durante las extenuantes transmisiones televisivas lograste sacar una lágrima de lo que fueron estos cruentos episodios, ¿Por qué debemos hacerlos propios? ¿No podremos tener un recuento personal en donde no todo haya salido mal? Es ahí donde comienza el cuestionamiento objetando si realmente el ejercicio de dudar la calidad de este año haya sido malo o no. Repito: No me gustan los recuentos del periodismo. Llegamos a fin de año y hago mi propio recuento. El balance comienza con la muerte de mi tío Óscar en noviembre pasado a causa de un cáncer incurable y detectado de forma tardía, no puedo evitar desde aquí enviarle un saludo y que descanse en paz.
Después de eso el resto fueron de múltiples cosas buenas. Empezando por el entendimiento del ambiente capitalino, la vida en Santiago no es tan trágica como se la observa desde las provincias en que, el mismo periodismo, nos llena de cosas malas de dicha ciudad hasta el hartazgo. Fue un año de una menor reflexión y una mayor acción. De partir de un lado a otro. Entre los detalles de este año leí bastante. Comencé el año con “Primera parte” de Alberto Fuguet, libro que me acompañó durante mi estadía en Dichato previo a ser devastado por el terremoto. Destaco algunos otros como “Prueba de sonido” de David Ponce el cual inicia una buena cronología de todas las agrupaciones de rock chilenas de toda la historia. Sigo con “Para gritar, para cantar, para llorar” un libro que retrata crónicas de fútbol de afamados periodistas y cronistas. Estos dos libros me llegaron de regalo de amigos, a los cuales agradezco mucho el gesto. Continué con las “Crónicas ociosas” de Francisco Mouat, libro con el cual pasé algún fin de semana en la capital, mientras visitaba la tienda de completos “Dominó” lugar en el que me maravillé por su increíble sabor: el alemán y el jugo de frambuesa fueron mi elección predilecta. Finalicé mi año con “No leer” de Alejandro Zambra el cual hace un recuento de crónicas sobre literatura, un autor joven que bien merece ser leído. Sobre discos “The Suburbs” de Arcade Fire fue mi elección como un gran disco a tener en consideración en este año 2010 que nos deja. De bandas locales, We Are The Grand, es una excelente recomendación, radicados en Inglaterra, dejan a muchas otras del circuito viñamarino y porteño como simples agrupaciones de colegio.
Este y otros detalles o hitos personales hacen de mi 2010 un año excelente. Agradezco a todos los que aparecieron en mi propia escena de éste. Estoy muy agradecido por sus gestos, no puedo nombrarlos a todos, si me olvido de alguno me regañaré al no hacerlo.
Amigos, no dependamos de calendarios, hay que vivir la vida día tras día. Paso a paso.
Amigos, no dependamos de calendarios, hay que vivir la vida día tras día. Paso a paso.
me alegro harto amigo mío
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