Centro balneario de Dichato, 8va Región
La madrugada del sábado recién pasado Chile sucumbió frente a un terremoto. Este episodio ha sido forzado a ser escrito. Inevitable resulta referirse al sinnúmero de compatriotas caídos por esta tragedia. Cataclismo, desastre natural, maremoto, tsunami o sismo; a estas alturas da igual dar con el término exacto. Punto al que se refiere Alberto Fuguet, en la edición de ayer lunes del diario “La Tercera”. Mucha información circula a estas horas y quizás columnas como la de Marcelo Simonetti, quien nos relata su vivencia personal, nos deje por conclusión que todos tenemos una historia qué contar.
Pensábamos, desde aquí, que Viña del Mar había sido el epicentro de lo peor. Estábamos equivocados, lo peor ocurrió más hacia el sur. Caminando un par de cuadras a la redonda se vislumbran las consecuencias de lo ocurrido. En estos minutos, el agua potable se vuelve un elemento indispensable. Se valoran la luz y el gas. Las pilas que se venden en las tiendas, así como las velas que no deben faltar. Abastecimiento se hizo la palabra por antonomasia, para luego dar paso a saqueo, que ha sido aún más reiterada en todos los medios informativos presentes en las zonas más afectadas. El «¿cómo estai?» fue la pregunta obligada, para luego llegar al «¿cómo te fue?» evidencia de una realidad ya asumida. La gente deambulando con sus teléfonos móviles sin éxito, hablando de un único tema: La catástrofe natural más grande de los últimos 50 años.
Con la vivencia personal de este terremoto, cabía la pregunta de cómo estaban los seres queridos de cada cual, en especial, en las zonas más cercanas al epicentro. Por otro lado, los medios de prensa, repletaban sus columnas con testimonios de víctimas de la tragedia e imágenes de gente saqueando supermercados, entre la muchedumbre se encuentran vándalos que, hasta hoy, amenazan con robar lo poco y nada que les van quedando a las familias más afectadas. Surge la contradicción hacia el periodismo: Que –al parecer- su cliché de turno es la premisa «la vida humana por sobre lo material», pero que siguen condenando a los televidentes con más imágenes de saqueos. Dejando lo primero sólo en la intención.
Dentro de las acciones de ayuda, quizás cuánto vanidoso debe estar ahora aflorando su espíritu solidario para lograr una foto o llenar su currículum de líneas heroicas. Sin embargo, hoy no es tiempo para quejas. Aún así la gente de la Región del Biobío, sigue en sus casas defendiendo lo suyo con los dientes apretados y las armas entre sus brazos. Esto aún no acaba. Las réplicas siguen su curso, y muchas veces me engaño a mí mismo pensando que los movimientos involuntarios de mi cuerpo son parte de las mismas.
Pensábamos, desde aquí, que Viña del Mar había sido el epicentro de lo peor. Estábamos equivocados, lo peor ocurrió más hacia el sur. Caminando un par de cuadras a la redonda se vislumbran las consecuencias de lo ocurrido. En estos minutos, el agua potable se vuelve un elemento indispensable. Se valoran la luz y el gas. Las pilas que se venden en las tiendas, así como las velas que no deben faltar. Abastecimiento se hizo la palabra por antonomasia, para luego dar paso a saqueo, que ha sido aún más reiterada en todos los medios informativos presentes en las zonas más afectadas. El «¿cómo estai?» fue la pregunta obligada, para luego llegar al «¿cómo te fue?» evidencia de una realidad ya asumida. La gente deambulando con sus teléfonos móviles sin éxito, hablando de un único tema: La catástrofe natural más grande de los últimos 50 años.
Con la vivencia personal de este terremoto, cabía la pregunta de cómo estaban los seres queridos de cada cual, en especial, en las zonas más cercanas al epicentro. Por otro lado, los medios de prensa, repletaban sus columnas con testimonios de víctimas de la tragedia e imágenes de gente saqueando supermercados, entre la muchedumbre se encuentran vándalos que, hasta hoy, amenazan con robar lo poco y nada que les van quedando a las familias más afectadas. Surge la contradicción hacia el periodismo: Que –al parecer- su cliché de turno es la premisa «la vida humana por sobre lo material», pero que siguen condenando a los televidentes con más imágenes de saqueos. Dejando lo primero sólo en la intención.
Dentro de las acciones de ayuda, quizás cuánto vanidoso debe estar ahora aflorando su espíritu solidario para lograr una foto o llenar su currículum de líneas heroicas. Sin embargo, hoy no es tiempo para quejas. Aún así la gente de la Región del Biobío, sigue en sus casas defendiendo lo suyo con los dientes apretados y las armas entre sus brazos. Esto aún no acaba. Las réplicas siguen su curso, y muchas veces me engaño a mí mismo pensando que los movimientos involuntarios de mi cuerpo son parte de las mismas.
Dichato
Hace dos semanas estuve en Dichato, balneario cercano a Chillán y Concepción, ciudades más afectadas por el sismo. Nostalgia es la que siento al haber estado a unas cuatro cuadras de la playa de dicha ciudad. Recuerdo la “Semana Dichatina” con cariño, ocasión en la que iban artistas de segunda fila del país. Como viñamarino sentía envidia de cómo, con lo poco, se apreciaba que se hiciera un pequeño festival, de mucha piel, alegría y humildad. Elementos que ya lo quisiera el festival de mi comuna.
Sigo recordando el centro de la ciudad de Dichato, que puede ser recorrido en tan sólo 15 minutos. Detalles de cuando era sólo un niño que fueron cambiando con el paso de los años. Refacciones como pavimentación, que se agradecen en las pequeñas ciudades, y que para nosotros, es pan de cada día. Alumbrado público presente sólo en la rambla del lugar y en la calle del centro. Un improvisado terminal de buses sobre la tierra, que unía a la ciudad con Tomé, Concepción y Chillán. Los diarios locales, dentro de los cuales llegaba “La Discusión” de publicación chillaneja. Ver el “Bar de Moe”, un pub que hacía referencia al personaje de Los Simpson, a pocos pasos de la playa. La feria de artesanía en la que llegábamos tomando un atajo pavimentado, donde abundaban las máquinas tragamonedas de segunda mano y los cantantes de rancheras. Terminábamos nuestro recorrido comprando churros, algunos bañados en chocolate, que nos saturaban pero aún así comíamos felices. Probablemente, todo lo que le acabo de describir esté destruido a costa del tsunami que sucumbió sin piedad gran parte de Dichato. Inoportuno puede sonar decir esa dolorosa verdad. Pues Dichato ya es historia. Sin embargo queda esa estela de recuerdo. Ahí pasé grandes momentos familiares, que siempre se tendrán presentes.
Estas catástrofes dan pie para humanizar a todos y cada uno de nosotros. La catástrofe que nos marca, en cierta forma, debe humanizar. Sólo quiero proponer, ahora, que usted reflexione y piense que, pese a la condición social, las posesiones materiales que se tengan, el cargo que se ocupe y la ropa que se vista, somos seres humanos y, ante lo ocurrido, nos deja en claro lo pequeños que somos frente a la naturaleza.
Hace dos semanas estuve en Dichato, balneario cercano a Chillán y Concepción, ciudades más afectadas por el sismo. Nostalgia es la que siento al haber estado a unas cuatro cuadras de la playa de dicha ciudad. Recuerdo la “Semana Dichatina” con cariño, ocasión en la que iban artistas de segunda fila del país. Como viñamarino sentía envidia de cómo, con lo poco, se apreciaba que se hiciera un pequeño festival, de mucha piel, alegría y humildad. Elementos que ya lo quisiera el festival de mi comuna.
Sigo recordando el centro de la ciudad de Dichato, que puede ser recorrido en tan sólo 15 minutos. Detalles de cuando era sólo un niño que fueron cambiando con el paso de los años. Refacciones como pavimentación, que se agradecen en las pequeñas ciudades, y que para nosotros, es pan de cada día. Alumbrado público presente sólo en la rambla del lugar y en la calle del centro. Un improvisado terminal de buses sobre la tierra, que unía a la ciudad con Tomé, Concepción y Chillán. Los diarios locales, dentro de los cuales llegaba “La Discusión” de publicación chillaneja. Ver el “Bar de Moe”, un pub que hacía referencia al personaje de Los Simpson, a pocos pasos de la playa. La feria de artesanía en la que llegábamos tomando un atajo pavimentado, donde abundaban las máquinas tragamonedas de segunda mano y los cantantes de rancheras. Terminábamos nuestro recorrido comprando churros, algunos bañados en chocolate, que nos saturaban pero aún así comíamos felices. Probablemente, todo lo que le acabo de describir esté destruido a costa del tsunami que sucumbió sin piedad gran parte de Dichato. Inoportuno puede sonar decir esa dolorosa verdad. Pues Dichato ya es historia. Sin embargo queda esa estela de recuerdo. Ahí pasé grandes momentos familiares, que siempre se tendrán presentes.
Estas catástrofes dan pie para humanizar a todos y cada uno de nosotros. La catástrofe que nos marca, en cierta forma, debe humanizar. Sólo quiero proponer, ahora, que usted reflexione y piense que, pese a la condición social, las posesiones materiales que se tengan, el cargo que se ocupe y la ropa que se vista, somos seres humanos y, ante lo ocurrido, nos deja en claro lo pequeños que somos frente a la naturaleza.
Usted escribe muy bien amado a tu blog, nossaesou muy trillado con lo que sucedió en Chile, muy triste y, lamentablemente, los medios de comunicación se aprovecha para hacer llamadas sensacionalitas y vender más ... Bueno para leer su blog y ver lo que realmente está sucediendo. Sé que no puede hacer mucho, pero muchas enviar vibraciones positivas para todos.
ResponderEliminarAdriana! Muito obrigado pela preocupação e para o detalhe de escrever neste lugar com o detalhe de traduzir o português. Obrigado por tudo, eu agradeço de sua atenção. Beijos.
ResponderEliminarMe da mucha pena, y desde acá, muchos kilómetros al este, con repercusiones mínimas del movimiento, pero no tan mínimas en cuanto a lo que se siente, ayudo con la intención y le pido al Universo que esto sirva de algún modo, y que nos una a todos, que cambiemos nuetsra forma de pensar y nos demos cuenta todos de que la tierra está viva y se está moviendo y tenemos que respetarla...aunque esto a las flias de las personas muertas les importe un carajo en este momento...:(
ResponderEliminarBeso Gabo.
Muchas gracias Chuls. Claro, tienes toda la razón. Muchos cercanos pensaban que quizás todo este suceso tiene un matiz de merecimiento hacia ese gen chileno que no valora mucho lo que tiene y que tiende despreciar a sus pares o, cuanto menos, mirar en menos. Esperemos que esa última idea sea solamente una suposición.
ResponderEliminarAhora está todo más tranquilo por estos lados, muchas gracias por tu saludo. Un abrazo desde Viña.-
me dio pena la verdad, me contabas de dichato cuando llegaste y que ahora esté en ruinas Agradezco a Dios que no estuvieras ahi en esos momentos
ResponderEliminarbesitos =)
Es lamentable.
ResponderEliminarUn beso Coté, que estés bien