sábado, 6 de marzo de 2010

Episodio 19: Sueño despierto



«En el oficio del entretenimiento muchas cosas se arriesgan por lograr un aplauso»


Sin aires de grandeza un viejo permanece sentado la tarde de un domingo en el Puente Quinta. A las siete de la tarde, las calles permanecen vacías. El viejo percusionista está agachado, sosteniendo un papel entre sus manos. Es un boleto de micro. Sus utensilios son una caja y dos palos. Hoy domingo no hay show.

Durante la semana el viejo hombre, de tenida deportiva y jockey en la cabeza, medio cruzado medio loleín. Parte su espectáculo. Toca sus dos palos, y comienza a cantar en un lenguaje ininteligible. Toca temas similares al blues y al rock clásico. Haciendo de los indiferentes transeúntes, su público.

En el entretiempo, cuan estrella de rock, se sienta en el pavimento y comienza a hablar solo y en voz baja. Da a entender que es una entrevista con periodistas de aire. Él sigue este sueño despierto que, al parecer, lo ha acompañado durante largos años. No sé, y pocos saben, de su vida anterior. Quizás fue de un pasado tortuoso. Quizás fue lo contrario, acompañado del papeleo rutinario, bolso en mano y corbata bien puesta. Quizás lo dejó todo para llevar esta vida del rock.

En la vida presente, ahí está, un domingo por la tarde echado por las solitarias calles del centro de Viña del Mar. Reposa, tal vez su show comenzará mañana lunes. Donde, nuevamente, le tocará tronar sus dos palos, y volver a cantar. Tratando de seguir transformando su destino. Y es ese sueño despierto que lo hace seguir, el mismo que muchos desprecian. Él sigue el sendero de su no-destino. Llegando al punto de la admiración. La vida del rockstar, la sobrevivencia pendiendo de dos palos, emulando baquetas reales, que sólo son trozos de una caja de feria.

Muchos son los peatones que pasan apurados sin mirarlo. Pero no pocos son los que se detienen para arrojarle una moneda a su caja que cuida con tanto recelo. Sigue su show por la noche, hace de su improvisada profesión, una actividad como cualquier otra. Muchos no podrán entenderlo jamás. En el oficio del entretenimiento muchas cosas se arriesgan por lograr un aplauso. Desde la dignidad de cada cual, pasando por lo económico, son barreras que a muchos les impide admirar lo que ocurre en la pasarela viñamarina. Cuando un sujeto de unos sesenta años de edad se pone a dar el espectáculo que ya todos conocemos. Borracho, drogadicto o pordiosero, insultos tal vez gratuitos que pueden ser los costos de entretener. La afrenta contra la dignidad a costa de unas risas, un gesto de gusto y una moneda que sirva para subsistir un par de días más.

Pocos sabrán qué es lo que pasa por la mente de este hombre. Porque no se detiene a conversar con otros que piden monedas al igual que él. Con el resto tiene la sutil, pero gran diferencia, de no poner una cara para impactar de pena al público. Él reemplaza las penosas caretas, por una cara sonriente, concentrado en su música.

Ya han pasado unos treinta minutos desde que lo volví a ver. Ahí estaba, sentado, sin siquiera pedir una moneda. Porque él nació para divertir. Sueño despierto, es lo más sensato que encuentro entre el mar de ideas que suscitan todo esto. Hay muchos que desearían vivir en sus sueños. Un anhelo, que él ha cumplido con tan poco.

4 comentarios:

  1. Me dio nostalgia leerlo, me hizo recordar tanta Viña y su encanto, ganas de volver a lo cotidiano, a esas pequeñas cosas que te sacan una sonrisa, lo mejor de todo es que creo ver el rostro de aquel "rockstar" de manera tan nítida...
    Bonito relato, gracias por los recuerdos evocados…=)
    Camila

    ResponderEliminar
  2. Me encantó esta frase:
    "Él reemplaza las penosas caretas, por una cara sonriente"

    Muy bien,
    Nat.

    ResponderEliminar
  3. Cuando empecé a leer tu texto, no pensé que hablabas del tipo que se pone en Viña a tocar la bateria. Sabí? me gusta verlo, creo que tení razón porque, de verdad se cree el cuento de que hace un show para el público que circula por la calle.
    Y bonito es porque vive en un mundo extraño. Quizás incluso no siente su pobreza y solo ve la nuestra. Pobreza ante la realidad y la forma en que vivimos nuestra vida.
    Quizás, quizás, quizás.

    ResponderEliminar
  4. Cristina siempre miente, igual que todos. Es muy falsa. Igual que todos. Y por todos, me refiero a los políticos. Si querés no digo todo, y digo, en su lugar, la mayoría.
    Qué sé yo, pienso así, me lo demostraron.
    Escuché lo del nuevo presidente, estoy re alejada de la política últimamente, mi vida fue para otros rumbos, igual creo que es importante saber y estar al tanto mínimamente. Y no entiendo por qué eligieron un presidente de derecha. Creo que eso me entristeció un poco. Pero es sólo una sensación de una argentina que no tiene mucha idea de nada :P
    Beso, gracias por contarme y pasar siempre por mi blog.

    ResponderEliminar