«paradojo, ja.
(Del lat. paradoxus, y este del gr. παράδοξος).
1. adj. desus. paradójico.
2. f. Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas.
3. f. Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera.
4. f. Ret. Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción. Mira al avaro, en sus riquezas, pobre»
Si tuviera la oportunidad y el tiempo ¿Volvería a leer un libro ya leído? Me pasó hace un par de días. Un buen amigo me pedía un libro bastante interesante: “Catch 22” del escritor Joseph Heller. La casualidad dio para ver la historia de cómo lo encontré. Al pedirme prestado el libro y poder intercambiarlo, nació en mí las ganas de volver a revisarlo de nuevo, releerlo una vez más.
Dentro de un mar de ideas y frases que contemplan una suerte de collage fonológico que conservo en la memoria. Recordé que alguien, durante estos días, me planteó el hecho que ocurría con el leer libros y el estado de ánimo en el que uno se encontraba en ese tiempo, lo que se estaba pensando; las alegrías, penas, amarguras, desenfrenos, que se estuviesen viviendo en el momento preciso en que se toma una obra. Aquí nació mi interés por leer el libro de Heller por segunda vez.
Mi primer encuentro con aquel libro nació hace un año atrás. Escuchaba el tema Walking Contradiction de la banda estadounidense Green Day. Me llamó la atención que en un pasaje de la canción apareciera la frase: «Constant refutation with myself / i'm a victim of a catch 22». Quería investigar acerca de, la entonces, incoherencia que suscitaba para mí la palabra “atrapar” junto con el número veintidós («catch 22»). Suponía que era un término inglés no traducible de forma literal. Así fue como comencé a buscarlo, debía encontrarle el sentido a lo anterior. Dentro de lo que logré averiguar acerca de esto, fue que catch 22 hacía alusión a una paradoja. El libro tenía que ser leído para entender dicho término fundamental y así acallar mis dudas sobre lo anterior.
Catch 22, fue un libro de un muy difícil encuentro. Los encargados de las tiendas no podían encontrarlo a través del catálogo en sus computadores. Mi búsqueda siguió adelante, en los libros usados, nuevamente mi misión había sido un rotundo fracaso. Finalmente tuve que encargarlo. El desasosiego posterior luego de haber cumplido el objetivo de tenerlo era grande. Pasado una semana el encargo había llegado. Tenía “Trampa Veintidós” entre mis manos, podía dilucidar mi curiosidad antojadiza.
Esta gran paradoja, se situaba en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Pilotos para no ir a combatir en sus aeronaves podían excusarse alegando demencia, al hacerse los locos no irían al combate y evitarían la guerra. Así es como un ser humano tiene que ser lo suficientemente inteligente para ser/parecer un hombre lo suficientemente loco (catch 22).
Leer este libro, significó en mí un cambio en el mensaje. Así es como el punto de vista de una obra en particular cambia porque también cambiaron las circunstancias del tiempo en que uno vuelve a tomarlo. El volver a leer un libro no significa un retroceso en el camino, sino un avance y repaso de lo que se pensaba en ese tiempo. Al leerlo, pude repasar una parte de mí por esos días.
(Del lat. paradoxus, y este del gr. παράδοξος).
1. adj. desus. paradójico.
2. f. Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas.
3. f. Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera.
4. f. Ret. Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción. Mira al avaro, en sus riquezas, pobre»
Si tuviera la oportunidad y el tiempo ¿Volvería a leer un libro ya leído? Me pasó hace un par de días. Un buen amigo me pedía un libro bastante interesante: “Catch 22” del escritor Joseph Heller. La casualidad dio para ver la historia de cómo lo encontré. Al pedirme prestado el libro y poder intercambiarlo, nació en mí las ganas de volver a revisarlo de nuevo, releerlo una vez más.
Dentro de un mar de ideas y frases que contemplan una suerte de collage fonológico que conservo en la memoria. Recordé que alguien, durante estos días, me planteó el hecho que ocurría con el leer libros y el estado de ánimo en el que uno se encontraba en ese tiempo, lo que se estaba pensando; las alegrías, penas, amarguras, desenfrenos, que se estuviesen viviendo en el momento preciso en que se toma una obra. Aquí nació mi interés por leer el libro de Heller por segunda vez.
Mi primer encuentro con aquel libro nació hace un año atrás. Escuchaba el tema Walking Contradiction de la banda estadounidense Green Day. Me llamó la atención que en un pasaje de la canción apareciera la frase: «Constant refutation with myself / i'm a victim of a catch 22». Quería investigar acerca de, la entonces, incoherencia que suscitaba para mí la palabra “atrapar” junto con el número veintidós («catch 22»). Suponía que era un término inglés no traducible de forma literal. Así fue como comencé a buscarlo, debía encontrarle el sentido a lo anterior. Dentro de lo que logré averiguar acerca de esto, fue que catch 22 hacía alusión a una paradoja. El libro tenía que ser leído para entender dicho término fundamental y así acallar mis dudas sobre lo anterior.
Catch 22, fue un libro de un muy difícil encuentro. Los encargados de las tiendas no podían encontrarlo a través del catálogo en sus computadores. Mi búsqueda siguió adelante, en los libros usados, nuevamente mi misión había sido un rotundo fracaso. Finalmente tuve que encargarlo. El desasosiego posterior luego de haber cumplido el objetivo de tenerlo era grande. Pasado una semana el encargo había llegado. Tenía “Trampa Veintidós” entre mis manos, podía dilucidar mi curiosidad antojadiza.
Esta gran paradoja, se situaba en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Pilotos para no ir a combatir en sus aeronaves podían excusarse alegando demencia, al hacerse los locos no irían al combate y evitarían la guerra. Así es como un ser humano tiene que ser lo suficientemente inteligente para ser/parecer un hombre lo suficientemente loco (catch 22).
Leer este libro, significó en mí un cambio en el mensaje. Así es como el punto de vista de una obra en particular cambia porque también cambiaron las circunstancias del tiempo en que uno vuelve a tomarlo. El volver a leer un libro no significa un retroceso en el camino, sino un avance y repaso de lo que se pensaba en ese tiempo. Al leerlo, pude repasar una parte de mí por esos días.
Existimos los que no nos molesta ir a vacacionar por segunda vez al mismo lugar.-